Ramiro Mac Donald
Semiólogo y académico

Karol tiene 29 años y manifestó el pasado 20 de septiembre hacia la Plaza Central de la capital, con una pancarta en la mano, elaborada con mucho amor. A Karol la conozco desde hace unos ocho años. Es maestra de secundaria, especializada en el área contable, egresada de la Universidad de San Carlos. Desde la semana anterior, había decidido ir a protestar porque se sintió indignada ante los últimos acontecimientos políticos de nuestro país. Ella sabe perfectamente que la corrupción le afecta en diversos campos. Nadie la convenció, nadie la obligó. Vio la convocatoria en las redes sociales y dijo: -iré a manifestar, por mí, por mi familia.

Su legítima forma de protestar, fue unirse a una de las muchas muestras de repudio programadas para esa jornada. Se puso de acuerdo c on una amiga que estudia en la universidad nacional, de donde ella egresó hace unos cinco años y se agregó a la Escuela de Psicología, pues su excompañera de trabajo venía caminando desde la Ciudad Universitaria con miras a alcanzar la Plaza Central. Cuando ya estaban frente al Palacio Nacional, ese edificio icónico que representa el poder político en este país, se percató que estaba rodeada de la Catedral Metropolitana, el Portal del Comercio y vio también la Concha Acústica. Me lo comentó, al encontramos para tomar un descanso, porque coincidimos en la fuente central de ese espacio, aquel mediodía de fuerte calor y protestas.

–Qué curioso, (me dijo). A un costado del edificio construido por el dictador Jorge Ubico, donde trabaja la gente del Gobierno, está la representación de la religión. Y frente al Palacio Nacional (de Ubico) están los comerciantes (en el Portal). Y a un costado, frente a la Catedral, del otro lado de la Plaza, se encuentra la Concha Acústica. ¿Podríamos pensar que representa a los medios de comunicación? Todos los poderes formales están aquí, qué simbólico. No me había dado cuenta.

Hasta ese momento Karol se dio cuenta que esta realidad política, que tan especial variedad de intereses están “significados” en la Plaza Central, en forma muy “amelcochada” (como se dice en buen chapín). Aquí, frente a frente, rodeada por varios miles de personas que coreaban consignas de protesta, vino a tomar conciencia de este hecho que su profesor de Historia, alguna vez, le había comentado en una de sus clases del profesorado de educación media.

Karol había caído en cuenta, pero tuvo que meter su humanidad en una manifestación anticorrupción para sentir, por sí misma, lo que los estudios le habían indicado. Ella piensa que, de ahora en adelante, no dejará de asistir a las manifestaciones en contra de los diputados que apoyan al Presidente Jimmy Morales, y a su gobierno.

Karol ya no le cree al Presidente, por quien había ido a depositar su voto en el 2015. Ella había pensado que no era corrupto ni ladrón. Hoy ve que es parte de esa melcocha. Su desengaño no es por la manifestación, pues ya estaba decidida a venir. Su desilusión es por sentirse manipulada. Por saberse defraudada. Y me comentó que quiere involucrarse en actividades políticas, para no desperdiciar su próximo voto, en las futuras elecciones.

Si hay muchas jóvenes como Karol, no todo está perdido en Guatemala.

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