Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

El Gobierno de Guatemala se ha empecinado en mandar claros mensajes para ir poco a poco removiendo a los jugadores clave de entidades con las que el gobierno de los Estados Unidos ha venido trabajando en los últimos tiempos.

De a poco ha ido surgiendo información de cómo se iban planeando las jugadas y lo que todos nos preguntábamos era si se iban a atrever a ejecutar los planes, pero este mes de enero nos ha demostrado que aquí no hay tales de juegos ni medias tintas y que en este año tan definitivo en nuestra historia, hay quienes sí están dispuestos a “meter sexta” para lograr los objetivos.

La Junta Directiva del Congreso, la designación de los Ministros de Ambiente y Economía, la remoción de Juan Solórzano Foppa y la abrupta destitución de Francisco Rivas, son algunos de los claros mensajes mandados por esta gente que “agradece” los consejos internacionales, pero harán las cosas como se les da la gana.

No ha sido secreto que la comunidad internacional le ha apostado a intentar lograr que el mandatario escuche a otras voces distintas a las que le explotan sus miedos y sus rencores, pero los resultados están a la vista. Será lo que sea, pero claro mensaje se mandó ayer cuando tras la detención del ex ministro de la Defensa, William Mansilla, se le dio las gracias a Rivas de forma repentina para nombrar a un exfuncionario de la era Colom-Torres que llevó Gustavo Alejos.

Esto ha sido únicamente una calentada de motores para la etapa reina, la elección de Fiscal General y si la apuesta era que en ese momento se marcaría el cara o cruz, será demasiado tarde porque ya vimos que no les tiembla la mano a la hora de hacer lo necesario para lograr el objetivo y eso, es preocupante.

Creo que se han empezado a encender las alarmas, pero la más importante debe ser la alarma ciudadana porque estamos camino, como dijo mi padre, a un nuevo Serranazo, pero para terminar de instaurar la dictadura de la corrupción que necesita a la impunidad como elemento indispensable para su correcto funcionamiento.

Y quienes están en ese plan tienen muchos aliados, recursos y gran preocupación; harán lo indispensable para explotar esa división ciudadana cifrada en un debate ideológico estéril. Nos ha pasado factura nuestra inhabilidad para articular consensos.

No habrá nadie que entienda cómo bajo nuestra vigilancia se instauró de manera oficial la dictadura de la corrupción y que ante nuestra incapacidad de hacer ajustes estructurales en el sistema, allanamos un camino que no debió ser tan fácil tras todo lo ocurrido en el 2015.

Nos vienen días duros, de mucho trabajo y poco dormir, pero si de verdad soñamos con una Guatemala diferente, no hay mañana. Debemos hacer nuestro mejor esfuerzo porque más y más gente (en especial de las élites ciudadanas) entiendan que no podemos seguir permitiendo un país en el que todo está servido para quienes viven de hacer de las suyas.

A los que tenían el miedo de ser una Venezuela, les tengo noticias, ya estamos en ese punto, pero el debate es sobre si aceptamos la dictadura de la corrupción y avanzamos al abismo o rompemos las ataduras para reconstruir el pais sobre bases sanas y claras en un verdadero Estado de Derecho.

Artículo anteriorLa industria del turismo en Guatemala (Parte III)
Artículo siguienteToma y daca