Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

En unos meses sabremos si Jimmy Morales fue utilizado por los intereses de Estados Unidos, o si su decisión de aliarse con el país del Norte le permite seguir el ejemplo de Donald Trump y así poder meter sus manos en la justicia como lo ha venido haciendo el gobernante estadounidense.

En vísperas de la Nochebuena, el mandatario guatemalteco anunció en su cuenta oficial de Facebook que estaría trasladando la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, siendo el primer país que se suma al traslado que Estados Unidos desea, y todo tras haber apoyado al país de las barras y las estrellas en una decisión que cuenta con pocos aliados y quienes, según un artículo publicado en el New York Times (NY Times), tienen fuerte dependencia de fondos americanos.

Tras el anuncio de Morales, la embajada de los Estados Unidos en Guatemala tuiteó “Aplaudimos la decisión histórica del presidente Morales y el gobierno de Guatemala de trasladar su embajada en Israel a la ciudad de Jerusalén”. Como dije con anterioridad, el mismo 24 de diciembre se publicó un artículo de Elisabeth Malkin en el NY Times y tras hacer una clara exposición, menciona que ganarse el favor de la administración de Trump puede resultar favorable para Morales si el nuevo Fiscal General que éste elija resulta menos cooperativo con la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

Y por eso abrí mi columna como lo hice, porque quedará por verse si con tal decisión de Morales Estados Unidos se vuelve a conformar con tener un fiscal que les permita operar en sus temas importantes (narcotráfico y tráfico de personas, por ejemplo), pero alejen su vista del tema anticorrupción porque aunque digan que el apoyo a la lucha contra la corrupción es una política de Estado que no depende de quién sea el presidente, está claro que Trump (guardando las diferencias) tiene las mismas penas que Morales con la justicia y por ende se convierten en aliados por necesidad.

Mientras algunas voces en el Congreso de Estados Unidos, expresaban su molestia con la situación en Honduras, el Departamento de Estado apoyó a Juan Orlando Hernández, lo que evidencia que ha habido, hay y puede haber disparidad de opinión entre poderes y a eso es a lo que le apuestan algunos aquí.

Hasta donde se sabe, Morales no habló con Trump al respecto, pero sin duda alguna es una jugada bien leída y pensada por esas mentes que tiene la diplomacia de Guatemala y que han venido operando desde hace algún tiempo con la intención de acabar con los esfuerzos contra la corrupción que tiene a muchos particulares en pena.

Hay cosas que están por encima del rango de los embajadores y entonces habrá que ver si todo lo que ha dicho el embajador Luis Arreaga en representación de su gobierno en relación a la lucha contra la corrupción y la elección del nuevo Fiscal General sigue invariable o si podrán surgir algunas modificaciones que escaparán de la mano del embajador, gracias a la bien pensada “lambisconería” con un capricho más de Donald Trump ejerciendo la presidencia de su país.

En Honduras, en parte, apoyaron a Juan Orlando Hernández porque tiene fama de ser un presidente que ejecuta cuando algún funcionario americano lo llama o busca por un tema particular y quizá ese modelo es el que esté queriendo seguir Morales en medio de su desesperación que lo ha llevado a convertirse en el líder de los preocupados.

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