Alfonso Mata

Pero los elementos políticamente activos del nivel local hasta la presidencia, están más interesados en favorecer y atender propósitos personales y los intereses de los que apoyan y apoyaron su subida o colocación, que en atender los requerimientos fundamentales del país y eso sucede aunque se alternen los gobiernos.

Resulta extraño: la clase social políticamente más activa en lo local o en lo nacional es la media alta, sea urbana, sea rural y a estas alturas del siglo, la rural campesina y la urbana marginal, es la menos representada y atendida.

Resulta extraño: el elemento de sostén del andamiaje político es la capital y en segundo plano el resto del país (salvo por las minas, los energéticos y los monocultivos) y sin embargo, políticos y funcionarios se revisten y ufanan, de ser representativos de los habitantes del país y de actuación democrática en lo que hacen por éste.

Resulta extraño: la masa popular se inquieta sin saber la orientación que toman sus intereses y es lógico, unos son los de los campesinos y otros los de los urbano marginales, pero a ambos castiga y empobrece lo mismo: falta de oportunidades y recursos para satisfacer sus necesidades y solucionar sus problemas y por consiguiente, desarrollan una cultura de supervivencia más enfocada a la vida y sus demandas, que al espíritu, lo que explica en parte, su inercia política y de falta de cooperación con el prójimo.

Resulta extraño: sin cierto grado de agresión, es difícil poder mantenerse dentro de una cultura mayoritaria, en que se lucha por sobrevivir, sin lograr satisfactores que den bienestar al espíritu y provoquen un estilo de vida basado en la cooperación para el desarrollo humano, en lugar de la agresión y la competencia y por consiguiente, no se puede esperar que no se levanten voces y actos contra el prójimo y violaciones a la ley.

Decir que todas esas extrañezas obedecen más a doctrinas e ideologías, es emitir un juicio intelectual producto de academia, que aceptar la existencia de una conducta que ha forjado un estilo de vida, que no busca transformar o destruir, sino simplemente lograr un espacio para no morir y poder pellizcar algo para superar. Es erróneo pensar que lo que mueve al hombre son solo pensamientos, son también moléculas de su cuerpo que a su vez crean instintos y que provocan no solo inteligencia sino sensibilidad, que obliga a manifestarse y a crear un mundo, que se llena de formas de experiencias y sus hábitos y manifestaciones mentales apuntan a realizarlas y renovarlas, a costa de lo que sea.

No estoy filosofando, simplemente expongo lo extraño que resulta querer solucionar una cosa tan compleja como es la problemática de nuestra nación, sin al menos reflexionar qué son y cómo se conjugan vida, sociedad y gobierno, generando individuos que sueñan y hacen cosas, dando espacio en lugar de libertad, a un libertinaje muchas veces nacido de pensamientos de impotencia y realidades de injusticas, que al final, afectan y violentan la relación con los demás y consigo mismo.

Resulta extraño: ignoramos o no queremos aceptar. La mejor manera de entender a los gobiernos es sabiendo quién(es) son esos alguien; a que están tratando de satisfacer y su eficiencia y eficacia se dirige a ello. Los datos de las encuestas socio económicas y de hogares, rápidamente nos permite saber de ellos, sin necesidad de caer en prejuicios y equivocaciones. También es fácil de saber sobre su actuar, simplemente observando cómo no quieren hacer nada, por agitar el fondo de la corrupción y las maldades que se dan en el ejercicio del poder, tal y como está sucediendo actualmente. De tal manera que es evidente que la forma activa de gobierno, se ha encaminado a atender activamente todos los intereses de algunos y pobremente los del resto.

Gente y gobierno no son dos mundos aislados, es un mismo mundo, que agita dos elementos, generando diferentes composiciones según la mezcla y que indiscutiblemente lleva a un estilo y modo de vida, que puede ser peligroso para unos y para otros y en que a la larga, todos nos precipitamos y perdemos.

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