Emilio Matta Saravia
emiliomattasaravia@gmail.com

¿Cómo logra un país paupérrimo convertirse en uno de los más ricos y prósperos del planeta en menos de 50 años? Veamos el caso de Singapur en el sudeste asiático, un país que en la década de los 60 del siglo XX, tenía un ingreso promedio por habitante de USD500 por año y hoy en día su ingreso per cápita supera los USD56 mil anuales.

Hay varios factores que lo han hecho tan exitoso. En primer lugar, han dedicado una gran parte de su presupuesto nacional a desarrollar el capital humano, de tal forma que erradicaron la desnutrición, invirtieron fuertemente en salud pública y saneamiento, desarrollaron un sistema de vivienda popular para que las grandes mayorías tuvieran vivienda digna y decente y, además, tienen un sistema educativo de altísima calidad, que es universal y gratuito para todos los singapurenses.

Hay más. En Singapur existe cero tolerancia para la corrupción, tanto para los corruptos como para los corruptores. Si un individuo es declarado culpable de corrupción, es enviado a la cárcel y, además, conminado a pagar importantes multas, sin importar su origen o condición social. La ley se aplica a todos por igual, de forma draconiana. Para los cargos gubernamentales, implementaron un sistema basado estrictamente en la meritocracia para acceder a los mismos o para ser promovido en el sistema. El nepotismo es visto como un acto de corrupción, y es penado como tal.

Singapur es un país escaso en recursos naturales; sin embargo, su posición estratégica en Asia, así como su mano de obra calificada (por mano de obra calificada me refiero a profesionales universitarios graduados con un conocimiento técnico específico, no a un obrero superado), han sido aprovechadas para convertirlo en un centro logístico, financiero y de servicios para multinacionales que tienen negocios en Asia.

La idea generalizada de que Singapur es un paraíso fiscal o un país donde las tasas impositivas son muy bajas para las empresas multinacionales es totalmente falsa. Singapur tiene un sistema tributario complejo, con una carga fiscal intermedia tanto para empresas como para personas individuales, y es la intolerancia ante la corrupción lo que hace que los recursos captados por el ente fiscal sean utilizados para beneficio de la mayoría de la población. El sistema económico de Singapur es un sistema capitalista con una fuerte intervención estatal, es decir, una economía social de mercado, donde se privilegia el emprendimiento bajo una serie de reglas claras y fuertemente aplicadas.

Estos son algunos de los factores torales que hacen que una de cada diez personas sea millonaria en Singapur, además de ser el país que más rápido produce millonarios y multimillonarios en el mundo entero. Un verdadero ejemplo de prosperidad para las mayorías, no solo para unos cuantos.

¿Qué podemos tomar nosotros, los guatemaltecos, de este ejemplo? En primer lugar, que invertir en educación, salud y saneamiento para las grandes mayorías es un tema prioritario, si se quiere salir del subdesarrollo. Que el tener cero tolerancia para la corrupción no es sinónimo de ahuyentar la inversión extranjera, por el contrario, es un factor clave demostrado para atraer inversión extranjera de calidad. Que para que un país pueda tener prosperidad económica, pagar impuestos es una condición necesaria. Aprendamos de quienes ya superaron la pobreza y la exclusión.

Artículo anteriorDiálogo/corrupción
Artículo siguienteHartos de corruptos