Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En el calendario del mundo moderno y dependiendo del país y de la idiosincrasia de cada pueblo, son numerosos los días que se celebran por diferentes temas específicos; sin embargo, no debe de dudarse que dentro de la mayoría de días que se festejan el de mayor trascendencia e importancia es el 10 de mayo “Día de la Madre”.

Biológicamente todos los seres humanos provenimos de una mujer que nos ha concebido, ya sea en un matrimonio formal o en una unión de hecho que puede durar toda una vida o ser transitoria.

Ello no tiene importancia para la madre, quien desde el momento en que concibe hace todos los esfuerzos porque durante esos nueve meses el ser que tiene dentro de su vientre se desarrolle físicamente de la mejor manera posible.

Es una escasísima excepción la mujer que no se sacrifica y que no se preocupa por el niño que va a nacer; no importa las condiciones donde ella se encuentre, se esforzará por su nutrición, por su salud y por los preparativos para recibir a ese hijo del que se preocupará y amará toda su vida.

En América Latina los vínculos de la madre hacia sus hijos son mucho más intensos que en otras sociedades, por ello es que los hogares en ésta región mantienen una estrecha relación. Aun con la inmigración, las madres que tienen que inmigrar no importa el país a donde lo hagan se privarán de muchos beneficios, de muchas satisfacciones con tal de ahorrar un poquito más para podérselos enviar a los hijos que quedaron en el país de origen.

Es también muy frecuente que las abuelas y los abuelos se conviertan en verdaderos padres sustitutos y no falta el caso en que un nieto reciba más atenciones e incluso más herencia que los hijos naturales, por cuanto los abuelos cuando les queda bajo su custodia tienen más madurez, tienen más tiempo, incluso puede que tengan más recursos en lo personal y se vean aún más identificados con el nieto o los nietos que les quedaron bajo su responsabilidad.

Este 10 de mayo el gobierno y el sector privado no debe de escatimar su contribución para celebrar el “Día de la Madre” y como no cae en un día inhábil, como sucediera recientemente con el 1 de mayo, no habrá justificación para que no se respete en todo sentido esa celebración.

En el caso particular de los que estamos en la tercera edad, ya no contamos físicamente con nuestra madre, eso solo nos facilita más el dulce recuerdo de cómo fuimos tratados y protegidos en la niñez, en la adolescencia y en los años de adultos en los que Dios permitió que tuviéramos físicamente presente a ese ser tan querido y tan especial como ha sido nuestra madre.

Mucho de lo que hemos sido capaces de hacer durante toda nuestra vida es producto de la enseñanza y del ejemplo que recibimos en el hogar y nadie más que la madre para habernos dedicado tantas horas de atención, de cariño y de vida.

Eso hace que sea tan frecuente que les digamos a nuestros hijos, que también les digamos a nuestros nietos, que nuestro proceder e incluso el de ellos genética e intelectualmente está presente como una gran herencia proveniente de nuestra madre.

Este 10 de mayo tratemos de compartirlo con nuestros hijos y nietos, al abrazarles y manifestarles nuestro cariño, al darles o recibir de ellos un beso, sepamos que el mismo también proviene de esa importante mujer que fue nuestra madre.

¡Guatemala es Primero!

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