Fernando Mollinedo C.
En una de las últimas visitas que le hice al licenciado Alfonso Ordóñez Fétzer, quien falleció el viernes recién pasado (1917-2016), conversamos acerca de la vorágine de casos delictivos que ejecutan los funcionarios y empleados públicos cuando ejercen el poder. A eso me refiero hoy, al publicar parte de nuestra plática como homenaje al maestro de la jurisprudencia, al litigante acucioso y sobre todo, el amigo con quien compartí la vida laboral por casi cuarenta años.
La gran pregunta que nos hicimos fue: ¿Y DÓNDE ESTÁ EL DINERO?, pero no el del erario público; la referencia fue al dinero que en cantidades estratosféricas se han robado en la administración pública y que hasta ahora (unos seis años atrás) se principió a conocer por filtraciones periodísticas o judiciales.
Desde el inicio del desmantelamiento visible del Estado con la VENTA de: la línea aérea nacional Aviateca (Vinicio Cerezo), las reservas de oro (Mejía Víctores), Belice (Jorge Serrano), INDE, INDECA, Fegua, Guatel, Empresa Eléctrica de Guatemala, Correos y Telégrafos entre otros (Álvaro Arzú); CONCESIONES: Autopista Palín (el Estado pagó 20 millones por la construcción de cada kilómetro y le cedió la «administración» a la empresa Marhnos, quien devuelve migajas como regalía); las barcazas de electricidad en puerto de San José (Serrano), Fegua a la empresa canadiense Ferrovías (Oscar Berger) hemos visto más y más depredación.
LICENCIAS: de explotación petrolera, extracción de minerales de toda clase (níquel en Izabal; oro en San Pedro Ayampúc, San Marcos, Santa Rosa, jade en El Progreso e Izabal); a líneas aéreas, negocios en los aeropuertos; PERMISOS: para talar bosques de diferentes especies; pesca abierta en el océano Pacífico; e hidroeléctricas allá y acullá, en fin: nos estamos quedando sin ni mierda.
ESA ES LA VERDADERA PRIVATIZACIÓN DEL ESTADO, que se debe a tanto vástago de suripanta: militares, ingenieros, abogados, bachilleres, maquileros, que han vendido hasta su madre por una cantidad inmensa de dinero que jamás podrán gastársela o llevársela a la tumba; entonces ¿En qué parte del cuerpo se van a meter tanto dinero?
Ahora vemos con los procesos penales de alto impacto que los verdaderos dueños del país son, quienes en contubernio con los ladrones funcionarios y empleados públicos, realizan toda clase de negocios amparados en el imaginario popular de que los ricos no huevean (así dijo el primer gobierno de los «empresarios») y ya vieron ustedes: fue el que sentó las bases para que sus descendientes sigan hueveándole al Estado, pero a paso ligero, con la protección de los chipilines.
Por lo anterior reitero: ¿EN DÓNDE ESTÁN LOS MILLONES DE MILLONES DE DINERO HUEVEADO? ¿SE RECUPERARÁ? ¿O SÓLO ES EL CUENTO QUE NOS APLICAN? Que se pudran en la cárcel los responsables y que devuelvan el dinero hueveado.
Da pena y vergüenza que los políticos sean ladrones y que al dejar el poder se lleven hasta los rollos de papel higiénico; también debemos entender que NO TENEMOS VALOR PARA CAMBIAR LAS COSAS, SOMOS MIEDOSOS Y COBARDES. Por eso, los ladrones, incluyendo sindicalistas, siguen aprovechándose de ello para huevear hasta el último centavo.