Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

Nuestras resistencias como pueblos por conservar nuestras culturas ha sido grande, entendiendo como cultura a la Constitución de prácticas, creencias, saberes y conocimientos que las personas comparten, viven, dinamizan, mantienen y defienden. La importancia de estas manifestaciones colectivas es que permiten fortalecer las identidades porque conectan a las personas con sus historias, a definir sus espacios, sus territorios, a materializar su pasado, su permanencia y sus descendencias. Todo esto se transmite a través de canales, muchos que existen hasta ahora y otros que fueron destruidos durante la colonia, el Conflicto Armado Interno y en la actualidad por la influencia de la “globalización” y la permanencia del racismo que nos arrastra a la homogenización cultural.

Los embates de la colonia fueron terribles pero nuestra(o)s ancestra(o)s lograron preservar nuestra historia a pesar de que ya no podía ser documentada y tampoco reflejada (por completo) en la arquitectura. El sincretismo es quizá la forma de resistencia más clara que reconocemos ya que es la evidencia de la fuerza que los pueblos tuvieron al ceder a los cambios impuestos pero no a todos ni por completo, pero este no es el único ya que la vestimenta también ha sido uno de ellos, conformada por prendas y accesorios cuyos diseños están relacionadas con el entorno natural (también el clima), la ciencia (geometría, astronomía, historia), la cosmovisión (su concepción de la vida, muerte, del universo); son lienzos que permiten la transmisión de nuestra esencia, nuestra vida en comunidad y que traducen evolución, proceso inevitable que ha transformado nuestras ropas pero que no han hecho que desaparezcan.

Los despojos y el racismo tampoco se han detenido, racismo que provoca que las personas que portemos un traje indígena (o indumentaria maya) seamos discriminadas por ello, pero que a la vez esa misma indumentaria sea explotada a través del folclor y/o de la mercantilización de nuestros trajes y apropiación de los diseños elaborados y creados por tejedora(e)s y bordadora(e)s mayas cuyo arte no es reconocido y que tampoco son beneficiarias de las ganancias que esta explotación de la cultura está generando, ¿acaso esto no es una forma más de despojo? ¿Acaso seguir aceptando como verdad que nuestra indumentaria fue impuesta por los españoles, no es una forma más de despojo de nuestra historia y patrimonio?

Ante esto, mujeres mayas de distintas partes del país, se presentaron el viernes (6 de abril) ante la Corte de Constitucionalidad y el Congreso de la República para presentar un recurso de inconstitucionalidad de la ley de carácter general por omisión de normas que protejan la propiedad intelectual colectiva sobre los textiles e indumentaria maya, exigiendo a ambos organismos que se declare con lugar dicha inconstitucionalidad, que se legisle a favor de la protección intelectual colectiva sobre los textiles e indumentaria maya y que se respete la autoría colectiva sobre estos.

Con esto, los pueblos abrimos un camino más para que nuestra cultura e historia permanezcan para las y los del futuro porque “los tejidos son los libros que no pudo quemar la colonia”.

Artículo anterior1. Sábado en Escuintla 2. Mi novia se está volviendo vieja
Artículo siguiente“A la mujer que es Madre”