Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

La libertad es el único objetivo digno del sacrificio de la vida de los hombres.”
Simón Bolívar

A las puertas de otro quince de septiembre, nos vemos ante el espejo de la historia, que nos devuelve la imagen de nuestra realidad, esta nos indica que ni en este momento ni hace más de 200 años, hemos transitado por la vía de la libertad plena, con lo que esto significa, aunque es necesario que contemos con ese arraigo emocional, también es cierto que ha sido difícil vivir dentro de una utopía.

La carga tributaria, que fue el origen de aquel suceso, sigue siendo baja para las pocas grandes fortunas, mientras para la población en general la carga es alta, porque nuestro sistema no es proporcional, recordemos que todos pagamos IVA, aunque el impuesto no llegue a las arcas públicas, A las elites que decidieron llevar a cabo el movimiento, no les animó ningún  quijotesco sentimiento de lucha  por la libertad, este es un canto de sirena que nos han vendido como una verdad durante más de dos siglos, que son muchos, para transitar en el tiempo abanderando una ficción.

Así es la historia de las sociedades dominadas, a las que les venden que se debe ser feliz con poco, porque los demás tienen menos, y que eso ya es bastante, vale la pena preguntarse si debemos continuar alimentando una fantasía que no es posible mantener, porque la realidad está frente a nosotros todos los días, en todos los momentos, y esa es que, la libertad y la justicia que son los más grandes valores a los que aspira el ser humano, no los hemos alcanzado.

Somos un país socavado física, social y financieramente, en el que un 80% de la población no saben cómo llegaran a su trabajo un día sí y otro también, el transporte público solo ostenta el pomposo apellido de público porque es una empresa privada que persigue el lucro, nunca el bienestar social, no contamos con un correo como servicio público, nuestro aeropuerto es poco menos que una cloaca en la que se filtra el agua cuando llueve, y otras cosas más, cada día más guatemaltecos son extorsionados por una cada vez más creciente industria de la extorción, debido a eso muchos pequeños comerciantes deciden cerrar sus negocios, el 50% de nuestros niños sufren desnutrición crónica, y mucho más.

Ante esta realidad todavía nos atrevemos a soñar, y eso es probablemente lo más importante de ser guatemalteco, con todas las letras, porque nos atrevemos a imaginar que todo va a cambiar en algún momento, que seremos capaces de revertir la realidad, y que puede ser muy pronto, esa idea nos anima.

Tenemos arraigados conceptos como patria y familia, probablemente seamos demasiado conservadores, esa característica nuestra, tiene sus luces y sombras como otras más, pero lo más importante es el positivismo con el que afrontamos día a día, los pequeños y grandes retos, porque le vemos a toda una solución, aunque esta sea compleja, lo importante es que, para nosotros, todo tiene arreglo.

Otro septiembre más tocaran los tambores, se escuchará la marimba y nos diremos libres y soberanos, aunque no lo hemos sido, porque dependemos financieramente y también políticamente de intereses externos, lo importante es que, cada día estamos más conscientes de que podemos ser los artífices de nuestro destino, y que, aunque tolerantes, seremos los factores de cambio de nuestra sociedad.

Esta tierra de sol y de montañas que una vez describió Rodríguez Cerna, aparentemente se ha doblegado a los embates de la corrupción que ha erosionado nuestras instituciones, y aunque es cierto que, por momentos nos parecemos más a la sociedad descrita por Asturias en el Señor Presidente, nuestra esencia se niega a resignarse ante la ignominia del avance de los males que nos aquejan, aun así señores, creemos, y eso es lo importante, que podemos enderezar nuestro camino hacia al fin, la libertad plena, y con ello la tan ansiada justicia social.

Soy una persona orgullosa de sus raíces y con ello de este espacio físico y cultural, que es mucho más que verde, somos un abanico interminable de colores, más incluso de los que puede imaginar el ser humano, por eso celebro no la independencia, porque no es real, pero si celebro que existe este país de contrastes, que se niega a sucumbir a los embates, he ahí su riqueza.

Celebremos que existimos, y que mientras lo hagamos, lucharemos por la libertad a la que seguimos aspirando y a la que tenemos derecho.

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