Gustavo Bracamonte
Escritor y Académico docente

Según Oscar Hahn la muerte de la poesía ha sido anunciada desde siempre. A mediados del siglo XIX sus detractores sostenían que, con el auge de la ciencia, la poesía tenía sus días contados. Algunos intentaron defenderla con el argumento de que las nuevas estéticas tenían una base científica; otros, afirmando que sus poemas se regían por el método experimental. Pero la verdad es que no tienen ningún sentido defender a la poesía en esos términos. Ni la ciencia ni la tecnología podrán amenazarla jamás, no sólo porque fluyen por cauces separados, sino porque obedecen a necesidades distintas del ser humano.

He iniciado con el escritor chileno porque precisa de alguna manera la inmortalidad de la poesía y que en el devenir de las cosas tiene un sentido profundo de armonizar lo que en el desorden social, personal, político, económico e histórico posee. El mundo es un caos, nuestras sociedades son un caos, pero la poesía se encarga del equilibrio, de darle sentido al sin sentido, de sentir lo que el materialismo ha tapado con el consumismo y el hedonismo de redes sociales, incluso poetizar la vida que muchas veces es una tragedia permanente como el caso de nuestro país, sin embargo, el poema no reelabora el mundo herido de muerte por el Progreso, escribía Carlos Monsiváis, lo convierte en un solo acto afectivo, una rotación magnífica de imágenes.

Decía Octavio Paz que la poesía romántica, por ejemplo, no es sólo una filosofía universal progresista. Su fin no consiste sólo en reunir todas las diversas formas de poesía y restablecer la comunicación entre poesía, filosofía y retórica. También debe mezclar y fundir poesía y prosa; inspiración crítica, poesía natural y poesía artificial, vivificar y socializar la poesía, hacer poética la vida y la sociedad, poetizar el espíritu, llenar y saturar las formas artísticas de una sustancia propia y diversa y animar el todo con la ironía.

De la cultura del sometimiento que muchas veces se increpa en el hogar se hace visible en la poesía como una forma de catarsis tal el caso que Monsiváis habla de la escritora mexicana Rosario Castellanos cuando esta escribe: En cambio me enseñaron a llorar. /Pero el llanto es en mí un mecanismo descompuesto/y no lloro en la cámara mortuoria ni en la ocasión sublime /ni frente a la catástrofe. /Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo el último recibo del impuesto predial. (“Autorretrato”).

Seguramente la falta de salud es un desequilibrio en el cuerpo, pues la poesía es una especie de ánima que ayuda a sobrevivir, tal como lo plantea Oscar Hahn cuando cuenta la historia de Miya y un profesor, cuando éste le dice ¿Sabes algo curioso? Uno de los poemas que vamos a analizar en esta clase se llama igual que tú: Mía. Es un poema de Rubén Darío. Qué coincidencia, ¿no?, dice Miya sonriendo. Le leo los primeros versos: “Mía: así te llamas / ¿Qué más armonía? / Mía: luz del día / Mía: rosas, llamas”.

Me gusta, dice ella. Hace una pausa y agrega: “Cuando estaba en el hospital, inmovilizada ahí en la cama, a veces me sentía sin fuerzas para continuar; entonces una amiga me leía un poema, y otro y otro, y me daban ganas de vivir”. Miro sus dulces ojos almendrados; su pelo largo, negro y lustroso. Hasta el miércoles, Miya, le digo. Miya gira levemente la cabeza, sopla el tubo que le permite mover la silla de ruedas, y sale de la sala de clases.

También frente al caos social o el amoroso los cuales se viven cotidianamente, el humorismo es el realismo llevado sus últimas consecuencias, coincide Augusto Monterroso, citado por Monsiváis. Excepto mucha literatura humorística, todo lo que hace el hombre es risible o humorístico. En las guerras deja de serlo porque durante éstas el hombre deja de serlo. Y en el caso amoroso Ernesto Cardenal en uno de sus epigramas que son poemas de amor, breves, sarcásticos según Hahn, por ejemplo este epigrama:

Al perderte yo a ti tú yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

De acuerdo a Hahn, se trata de un texto construido con elementos mínimos, pero de gran eficacia; solamente un par de verbos semánticos y algunos pronombres. Es como si el poeta quisiera decirnos que toda la experiencia amorosa se mueve entre dos polos únicos: amar y perder; yo y tú. Pero Cardenal no olvida nunca, porque es parte de su poética, que el amor no es un problema metafísico, sino que siempre ocurre dentro de determinado contexto.

Francisco Umbral cita a Cela en una de sus primeras entrevistas: -Cuando en un sitio huele mucho a algo, el secreto no está en oler más fuerte, sino en oler a otra cosa. La España de los primeros cuarenta olía a Victoria y oficialismo. El Pascual Duarte huele a España negra y derrota. Me refiero a Umbral porque la literatura y especialmente la poesía han servido de desfogue y denuncia de todo aquello que está podrido, que huele mal en cualquier país del mundo. Dentro de un país estropeado la poesía ha servido para externar todo aquello que oprime a la persona del poeta. Ejemplo preciso: Otto René Castillo y Roque Dalton por mencionar a los más reverenciados.

Cito a Octavio Paz cuando en El arco y la lira dice: “hoy no estamos solos en el mundo: no hay mundo. Cada sitio es el mismo sitio y ninguna parte está en todas partes. La conversión del yo en tú –imagen que comprende todas las imágenes poéticas- no puede realizarse si antes el mundo no reaparece. La imaginación poética no es invención sino descubrimiento de la presencia. Descubrir la imagen del mundo en lo que emerge como fragmento y dispersión, percibir en lo uno lo otro, será devolverle al lenguaje su virtud metafórica: darle presencia a los otros. La poesía: búsqueda de los otros, descubrimiento de la otredad”.

El movimiento perpetuo del caos a la poesía, de la desolación a la poesía que da esperanza de algo mejor, de las turbulencias a la poesía que implica sosiego y sumergirse en la armonía, de la guerra inhumana a la poesía que humaniza y sana las heridas del egoísmo y el odio.

“La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro…” (Octavio Paz).

Referencias

Hahn, Oscar. Pequeña biblioteca nocturna. FCE 2013.
Paz, Octavio. La casa de la presencia, poesía e historia. EFC, segunda edición 2014.
Monsiváis, Carlos. Escribir, por ejemplo. EFC, 2008.
Umbral, Francisco. Las palabras de la tribu. Planeta, 1996.

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