“Era como una de esas afables figuras de un espectáculo o
representación cuyas alegrías parecen remotas, mientras que
sus penas conmueven nuestro sentido de la belleza
con las rosas rojas de sus heridas”.
Oscar Wilde

Desde finales de los años 80 del siglo XX, un quijote como Federico Figueroa Rivas, logró en tiempos de la primera democracia contemporánea, entrar al rescate de Radio Faro. Estaba a punto de desaparecer durante el tortuoso proceso de anexión al Ministerio de Cultura y Deportes. Se había trasladado la emisora de una casa de la zona 1, temporalmente al Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, y se terminaron ciertos negocios que ahí se hacían, de eso ya varios años.

Esta Radio Faro (Aviateca, ahora Cultural), en sus inicios fue una señal que captaban los primeros aviones, la que era referencia de ubicación, (por ello el sustantivo -Faro), y su programación se diseñó para marcar una diferencia diametralmente opuesta a las demás emisoras: la música clásica.

El consumo de la música cambió a nivel global desde el nacimiento del iPod, lo que causó la debacle de casas productoras y emisoras de radio. Las nuevas tecnologías de la comunicación (TIC) revolucionaron el campo de la producción y forma de difusión, hoy se cuenta con radio en internet. Con una MacBookPro, aptitudes para la música y creatividad, las personas tienen un reproductor y una isla de edición de sonidos e imágenes. Las emisoras actuales cambiaron sus equipos y entraron a la era digital, con sitios web y manejo integrado de redes sociales.

La música académica tiene seguidores por todo el mundo, las radios en internet ofrecen una variada programación inscrita dentro lo estrictamente musical y otros temas de arte, además producen podcast de variados productos culturales en diversos formatos, sus programas de charlas son cátedras que proveen información sobre diversos temas del arte. La radio de hoy es interactiva. A todo esto se enfrenta Radio Faro.

Una página web estática de la radio, ubicada dentro del sitio del Ministerio de Cultura y Deportes, en forma escueta rescata datos históricos importantes de los primeros años, aunque con muchas omisiones. No tiene un sitio web propio para establecer contacto. En esta corta reseña se dice: “La nueva administración de Radio Faro Cultural inicia el 20 de abril de 2016 con la toma de posesión del licenciado en comunicación Fernando López iniciando una nueva era para la radio (sic), (…) se inició con una reestructura tanto en el personal como con el equipo, en esos días se dio de baja a tres personas que debido a su jubilación se retiraron de la radio, y se colocó a personal interino en puestos que quedaron vacíos según sus capacidades, también se hizo una reingeniería a las cabinas para un mejor sonido, tanto en grabación como en transmisión”.

Son comprensibles las mejoras en el entorno físico. Sus condiciones eran realmente deplorables, pero… ¿nueva era? Es dudoso, especialmente cuando parte del espíritu de esa radio, sus locutores, se jubilaron (Luis Lara, por ejemplo), y por una programación contaminada por las mentiras políticas de la presidencia.

Para una estación de radio su rostro lo constituye su programación y los cambios realizados a la fecha empiezan a desdibujar, para mal, un rostro con personalidad propia de una radio vinculada exclusivamente al arte. Lo más positivo fue incluir el jazz como música erudita, como otras radios de su tipo. El mejor programa es Barroco de Dos Mundos, producido y dirigido por Cristina Altamira de Lehnhoff, magister en Comunicación, integrante del grupo Millenium y su programa de música de marimba, aunque sus textos deberían reestudiarse.

Junto a la composición clásica, ahora cohabita esa música que el amigo Paulo Alvarado denomina “música para el elevador o para el lobby de un edificio”, versiones populacheras de la obra erudita, o interpretaciones populares que quieren tomar la forma clásica, solo porque son interpretadas por una orquesta. La inclusión de este tipo de música deforma en lugar de formar.

Otro talón de Aquiles de la actual Radio Faro lo constituyen sus noveles locutores, que muestran deficiencias de lectura al aire, con giros lingüísticos aniñados y sobreactuados, seleccionados por otros méritos quizá, menos por el tono de su voz. Y esto es fundamental. Al oír esta radio es posible detectar solo un buen locutor: el de un miembro de Moralejas (La tropa loca) que incluye mensajes de gobierno de manera oficiosa, contenidos que son maquillaje. Esto produce el cambio de estación. Los políticos no saben de gestión cultural. La nueva administración de la radio está desdibujando el rostro de Radio Faro, que al igual que otros grupos artísticos nacionales subsisten por la vocación de sus integrantes.

En los últimos dos meses la Orquesta Sinfónica y otros grupos de música de cámara han presentado brillantes conciertos en el mismo Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, ¿por qué no son retransmitidos en vivo por Radio Faro? ¿Estando en el mismo Centro Cultural no pueden hacer alianzas con la orquesta?, ¿Por qué no hay programas de literatura?… ojalá puedan ponerse en marcha nuevas formas de gestión cultural para el beneficio de esta radio emblemática para los melómanos del país.

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