POR REDACCIÓN CULTURA

“La delgada línea” toma como punto de partida el trazo básico que usualmente se hace al poner lápiz sobre papel, enfocando este acto en tres elementos principales: el punto, la línea y el plano que no solo se concibe como una superficie, sino también como un espacio de tiempo y lugar.

_cul2_4bLa selección conformada por los guatemaltecos Esvin Alarcón Lam, Marilyn Borror, Tepeu Choc, Jorge Linares, Antonio Pichillá, Gabriel Rodríguez Pellecer, Diego Sagastume e Inés Verdugo, por el Salvadoreño Mauricio Esquivel y por el norteamericano Adam Winner da una amplia visión de cómo cada artista utiliza la línea en su potencial expresivo y conceptual.
La línea es el común denominador que une a todas las obras de la exposición, en donde también se plantea esa delgada línea como la frontera que separa varias disciplinas y que se difumina, al incluir piezas que se pueden considerar como dibujos pero que se ejecutan desde la fotografía, escultura, acciones, instalaciones y video.

LOS ARTISTAS
Nacido en 1991, Diego Sagastume es el más joven de todos. Su obra refleja su afición por la nueva tecnología. De formación autodidacta, Sagastume adopta las aplicaciones para las tabletas y los teléfonos inteligentes como Google Maps y las utiliza como punto de partida para producir obras idiosincráticas, astutas y con sentido lúdico como “Atardecer” (2014).
Por su lado, la obra de Mauricio Esquivel tiene un componente performativo que no siempre es evidente. En “Líneas de referencia” (2010), el artista se hace fotografiar mostrando un torso joven y de piel tersa dividido por una sutil línea roja. Hecha por un profesional del tatuaje, la línea indica la manera en que el médico forense conducirá la autopsia del artista cuando llegue el momento. Impactante en su significado, la obra toma como referencia los estudios médicos de Rembrandt. La imagen también recuerda el cuerpo joven de un Jesucristo crucificado.
Mostrar un cuerpo marcado es también parte de la obra de Inés Verdugo quien por medio del video capta las marcas que deja en su piel la ceñida prenda de ropa interior. En contraste con la acción de Esquivel, quien llevará el tatuaje por el resto de su vida, las cicatrices de Verdugo son temporales ya que desaparecen poco a poco después que se quita la prenda íntima. Sin embargo “Cicatrices” (2014) deja ver que las marcas no desaparecen del todo ya que al ser captadas en video representan la concretización de cicatrices mentales que se forman en el psiquis femenina, cuando la mujer se ve obligada a no poder prescindir de esta prenda incómoda.
Utilizando materiales encontrados Esvin Alarcón Lam desmantela viejos catres hechos con tubos de hierro y recompone sus partes en una instalación a gran escala. En “Installation with Cots” (2014) los fragmentos de metal oscurecidos por el óxido se convierten en un lenguaje gráfico de trazos largos y cortos, verticales y horizontales en el que la línea se convierte en hilo y la pared blanca en tela.
_cul2_4cIgualmente, Tepeu Choc usa un sistema similar al de Alarcón al utilizar elementos de aluminio pintados de varios tamaños, para construir un mural que parte del concepto del punto y la línea con típicos materiales de construcción. La diferencia está en que mientras la obra de Alarcón Lam es totalmente abstracta, monócroma y contenida, Tepeu Choc define “(Sección o Fragmento) de línea” (2014) como un mural dinámico que se expande o se contrae según el tamaño del espacio disponible.
Haciendo su debut en galería the 9.99, están Jorge Linares con la fotografía digital de gran formato “Calle Martí” (2013); Gabriel Rodríguez Pellecer con “Hoja” (2013), una escultura conformada simplemente por dos bisagras que delicadamente sujetan la hoja de papel llevando el plano al campo de lo tridimensional; Antonio Pichillá con “Punto de Fuga” (2004), toma un televisor antiguo cuya pantalla muestra una línea luminosa que la atraviesa horizontalmente— el uso del televisor como obra de arte es una referencia directa al “padre” del video, el artista coreano Nam June Paik, quien lo utilizó como un reconocimiento a la importancia de las nuevas tecnologías de la época; Marilyn Boror con “Kaqchiquel-slash-Kaxlan” de la serie para no olvidar sus nombres (2014), una acción repetitiva e insistente como lo es la memoria del hombre ante la injusticia social; y Adam Winner con dos pinturas al óleo, Untitled y Untitled XII (ambas 2014), en estilo geométrico abstracto en el que sobrepone planos de lino pintados por capas de óleo.

Asimismo, la galería aprovechó para dar un espacio al artista visual López presentando varias obras suyas como “Línea recta”, “Sin título” y la edición “Línea en bronce”.

Artículo anteriorSaramago vuelve a golpear las conciencias
Artículo siguiente“Nunca pinté por dinero”: Carlos Rodríguez