POR PAOLINA ALBANI

Cerca de las tres de la tarde, Rodríguez desenfundó sus obras. Las primeras que presentó eran de una serie dedicada al estudio de la naturaleza, especialmente, a los geranios. “Fue un tema que al principio me pareció un reto, porque son difíciles de sintetizar –las flores- sin que sean realistas”, explicó.
Pero sus obras tenían un secreto. Y es que Rodríguez dice ser la única persona en Guatemala que además de pintar con acuarelas, las crea.

La Hora: ¿Cómo es este proceso de creación?
Carlos Rodríguez: Di durante muchos años la clase de experimentación en las Escuela de Artes Plásticas, clase que dejó el maestro Juan Antonio Franco, que fue ayudante de Frida Kahlo en México… cuando él se retiró y después de haber estudiado con él durante varios años, fui el encargado de dar esa clase. Un buen día me propuse hacer el material que más se utiliza aquí, que es la acuarela.

LH: ¿Qué hay de la temática?
CR: He tomado cientos y cientos de temas, como el retrato, la figura humana, el retrato abstracto, el realismo y surrealismo, figurativismo, menos instalaciones o performances. Pinté y dibujé insectos, aves, de hecho la primera exposición que hice sobre aves y plumajes la hice en el Instituto Italiano, hace 35 años. Fue la directora la que adquirió toda la colección y con eso me fui a vivir a Costa Rica, la primera vez. Después regrese en otras ocasiones para estudiar para ver los movimientos clásicos que hay allá y di algunas charlas en la Universidad de Costa Rica, en San Pedro Montes de Oca.

LH: Tiene que haber una motivación a estas alturas, ¿no?
CR: Siempre lo hubo, desde el día en que yo me pude parar, desde que era bebé y pude ver eso –el arte-, se volvió casi mi razón de ser… es verdad que no tenía muchas cosas, pero tenía sueños.
Hoy la situación social, económica, política y cultural de Guatemala ha cambiado. Hoy hay personas que tienen muchas cosas -materiales-, pero nos faltan sueños y eso marca la diferencia entre una y otra persona. Yo no sé si yo escogí la pintura porque era un niño lo empecé a trabajar, no sé si ella me escogió a mí.

LH: ¿Qué era lo que soñaba?, ¿era respecto a la pintura?
CR: Era respecto al arte. Yo me incline por la pintura, pero otros sueñan desde la música, la poesía. No importa lo que sea pero tener sueños es lo que lo saca a uno -adelante-. Como diría un amigo alemán: “todos estamos en la cloaca, la diferencia entre unos y otros es que unos miramos hacia las estrellas”.
Tener un sueño en la vida es una de las cosas más importantes que hay.

LH: ¿Tiene alguna intención de realizar una muestra con estas obras?
No exactamente en este momento. La verdad he expuesto cientos y cientos de veces. Lo he pensado y vea, si lo voy a hacer porque necesite dinero, enmarcar las piezas es muy caro. Si lo voy a hacer para vender o para exponer, mejor me quedo con el dinero.

LH: Pero alguien podría comprárselos…
CR: La verdad es que yo nunca pinte para vender, en el camino me compraron y eso fue una cosa preciosa. De allí aprendí a trabajar mejor la obra, a no estafar nunca al comprador y menos a aquella personar que tiene la fineza de adquirir la obra.
No concibo como hay personas que se dedican a hacer todo lo contrario.

He dejado de exponer desde hace mucho tiempo porque mi concepto del arte es poético, es lírico. Es decir, no encuentro aquello que me hace hacer clic. En relación a las manifestaciones que hoy se llaman “instalaciones”. Viene un artista hace la convocatoria llega y ponen un espacio, allí se identifica, no lleva nada, mira para todos lados, saluda y se mete la mano, se saca un kotex con sangre, lo pega y esa es la gran obra de arte. Yo no entiendo eso.

LH: ¿Diría que es más conservador en cuanto a cómo el arte se expresa?
CR: Sí, obviamente soy conservador pero sé el arte universal de todos los tiempos. El arte no es un derecho a ser lo que a uno se le ocurre. El arte es un conjunto de reglas para hacer bien una cosa, el artista no es otra persona sino quien hace la cultura plástica de un pueblo. La excusa de la ignorancia no es válida para él, como para la gente común.

LH: Es una manera muy rígida de concebir el arte tomando en cuenta que los tiempos han cambiado mucho, las concepciones de vida también, y el arte siempre es modificable.
CR: Por supuesto. Creo en el arte y me hinco ante el artista y la obra de arte, hablo del arte Maya. Entiendo las cosas modernas, pero cuando alguien me dice que lo que hace es moderno porque lo hizo con los pies eso es otra cosa.

LH: ¿Esto podría tener que ver con que ahora el arte vende más?
CR: Obviamente la condición de vida cambió. Los movimientos que hay ahora surgen porque la situación política de Guatemala cambió. Yo pertenezco a la Escuela del Cerro del Carmen, allí me inicié con don Max Arabia Gual, un espacio en donde había arte para todos.

LH: ¿A qué corriente artística pertenece su obra?
CR: En mi trabajo yo debía de superar a la fotografía, manualmente. De hecho lo hacíamos… nos pasaban la foto y nos decían: “esa es basura muchá, me desaparecen esa foto, quiero la obra”. Nosotros teníamos que desarrollar eso.
Yo no quise en ningún momento, seguir una línea determinada o una corriente porque siento que, como dijo Picasso son moldes y luego no puedes poner un pie fuera de eso.

Aun así, tengo mucha obra figurativista, surrealista, expresionista e impresionista. Esto lo aprendí del maestro Juan de Dios Rodríguez. Tuve la dicha de que él me eligiera a mí, cuando tenía 15 años, para que expusiera con ellos. Invitado también por el Ministro de Cultura del El Salvador, además, tuve la oportunidad de trabajar con él en el Congreso, siete meses. Él fue ayudante de Carlos Mérida y tenía claras las características de los movimientos artísticos.

* El pintor tiene una página en Facebook como Carlos Rodríguez en donde actualmente publica el progreso de sus obras.

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