René Leiva

Llil, Jean de, casose con la mujer que detestaba como instintivo autocastigo e inspirador estímulo a su incurable infidelidad.

Llorona, La, aparecido su hijo sano y salvo al cabo de 237 años de búsqueda noctámbula por barrios y vecindarios miserables, dejó de buscarlo y de llorar.

Lloros, Jeremías, emprendió cierta “Sección Guatemala” para ser incluida a manera de separata o suplemento en Historia universal de la infamia de Jorge Luis Borges, pero el escritor argentino se opuso de manera rotunda y tajante al aducir una laberíntica serie de algebraicos y cabalísticos motivos en contra que, por supuesto, desmotivaron a Lloros. Dicha “Sección Guatemala” en Historia universal de la infamia era una bien documentada e ilustrativa galería macabra o bestiario de personajes envilecedores de la política, la economía, la administración pública, la cultura, las instituciones jurídicas y legislativas en el llamado País de la Eterna. Lloros no lloró por su frustrado intento.

Lluvia, Alma, como nunca viajó, nunca alejose más de tres cuadras de su casa, nunca se casó, nunca la visitó casi nadie, cambiose de nombre cada año de su existencia adulta, al principio con ligeras variantes, luego, al final, de manera tan opuesta al original, que murió sintiéndose otra, desconocida y asombrada de sí misma, casi feliz, agradecida, saboreando cada sílaba de su último nombre en fuga.

Lluvión el Intemporal, aseveraba que el olvido, por austero y reposado, es hijo preferido del tiempo y que la memoria es la hija atolondrada y fantasiosa que niégase a aceptar el olvido. Mientras el olvido no regresa, decía, la memoria, cual alma en pena, deslúmbrase con sus propios relámpagos.

Mab, Atanasius, junto a Prusser y Matinissetta denunció las interesadas tretas de los propietarios de sectas seudocristianas, de codiciosos y serviles predicadores de iglesias mediáticas, en hacer creer a incautos e ignorantes que el Israel actual es el mismo de hace dos, tres, cinco, diez mil años o más; que el Israel usurpador, sionista y terrorista, criminal de guerra, crucificador del pueblo palestino, poseedor de un pavoroso arsenal nuclear, constructor de ilegales asentamientos y campos de concentración, es el mismo de Abraham, Isaac y Jacob.

Madder, Godofredo, tomó el curioso nombre de “Ocien” cuando salvó de morir a manos de Polkas, en Akraan; de todos modos fue asesinado en una reyerta callejera por los sicarios de Olmus en Bulfich. Nadie supo cómo su impresionante colección de bastones-vainas de espada fue a parar a una casa de subastas en Quito.

Maltiox Salazar, Iván, nunca pudo distinguir entre el amor a la mujer en abstracto y el amor a las mujeres en concreto. Casose con la primera novia que tuvo. Fue fiel y monógamo hasta la muerte.

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Ha trascendido que el monóxido de arzufre es el elemento base, prepotente o predominante de la corrupción e impunidad en el Estado, los sucesivos gobiernos, las municipalidades y la sociedad guatemalteca en general. El monóxido de arzufre, como sulfuro o sulfato, ha corrompido y hecho impunes a diputados, militares, ministros, magistrados, jueces, alcaldes, abogángsters, seudoperiodistas de telenoticiarios, empresarios, capos del crimen organizado. El monóxido de arzufre tiene un antídoto: la memoria histórica, el raciocinio, la dignidad, el coraje.

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