Juan Francisco Reyes López
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Como parte de los Acuerdos de Paz, el gobierno presidido por Álvaro Arzú aceptó la disolución del Estado Mayor Presidencial y Vicepresidencial que se encontraba integrado por destacados oficiales del Ejército y por especialistas y soldados escogidos por su preparación y valentía; aun así, no efectuó ningún hecho concreto que implicara la disolución acordada, dejándole esa responsabilidad al siguiente gobierno, la cual le fue requerida por miembros del cuerpo diplomático.

La embajadora de los Estados Unidos de esa época, la señora Bushnell, en una reunión en las oficinas del Palacio Nacional, preguntó cuándo se iniciaría y concretaría la sustitución del Estado Mayor Presidencial, a lo que el presidente Alfonso Portillo le respondió que esa tarea le había sido encomendada a la Vicepresidencia de la República, motivo por el cual el Ing. Ricardo Marroquín y mi persona dedicamos, durante tres años, intensos esfuerzos para crear y preparar al personal que integró la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad (SAAS), habiendo recibido el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, Israel y China-Taiwán.

Taiwán donó los recursos para construir una muy completa escuela de la SAAS, lo que permitió que antes que concluyera el gobierno presidido por Alfonso Portillo y el suscrito, Juan Francisco Reyes López, se sustituyera a la totalidad de los miembros del Estado Mayor Presidencial.

De conformidad con el Reglamento Interno de la SAAS, Acuerdo 32-2004, el Presidente Arzú ha contado, desde el día que entregó el cargo hasta la fecha, entre seguridad y pilotos, con más de 12 personas a su servicio; por ello, si condujo su vehículo con su familia, al concluir el acto de entrega de la Presidencia, fue una decisión personal, como lo es cuando decide, a pesar de los riesgos de seguridad, desplazarse en motocicleta por la ciudad o por distintas carreteras del país.

Concluir como Presidente y/o Vicepresidente de la República siempre conlleva un sentimiento de vacío, tristeza, inclusive amargura;  Álvaro Arzú no es la excepción, lo digo también por experiencia propia, especialmente por cuanto en el periodo democrático que se ha desarrollado en Guatemala no se ha sabido aprovechar la experiencia acumulada por los expresidentes y ex vicepresidentes de la República, los cuales sin duda alguna son personas que han acumulado importantes vivencias.

Incluso, no se les sabe dar la posición que merecen diplomática y  protocolariamente, situación sumamente distinta en países como Estados Unidos, Inglaterra, España y la mayoría de países de Europa. El único espacio que legalmente tienen es el de ir a formar parte del Parlamento Centroamericano, por un periodo; lamentablemente, el Parlacen, a diferencia de Europa, es un organismo de muy poca trascendencia, lo cual lo hace oneroso y no productivo.

La solución al respecto no es reducirlo o disolverlo, sino al contrario, es darle facultades vinculantes que le permitan ir creando la legislación común a Centroamérica, para que los códigos penales, civiles, laborales y demás leyes sean sumamente parecidos y así se evite que existan ventajas o desventajas que desfiguren las inversiones y las normas de país a país.

En todo caso esa tarea le pertenece a los cinco países centroamericanos y en especial a sus cancillerías.

¡Guatemala es primero!

Continuará…

 

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