Como todos nuestros lectores saben, en La Hora mantenemos una observancia permanente a los principios éticos del periodismo que nos obligan a cumplir con esa determinación de aportar elementos para la construcción de un mejor país publicando las situaciones, actuaciones y personas que impulsan a Guatemala hacia un mejor futuro o todas aquellas que la condenen a ser un paraíso para los sinvergüenzas.

Ayer, el magistrado Douglas Charchal y hace un par de días la magistrada Blanca Stalling se han quejado por la presión que sienten de parte de nuestras publicaciones en las que hemos dicho que son parte de un pacto para mantener secuestradas las instituciones del sector justicia y garantizar con esto que se mantengan los privilegios para los dueños de la finca.

En el caso de Charchal, hasta llegó a mencionar el “bullying” del que son víctimas sus hijos en la universidad y condena que haya reacciones en su contra. Es muy importante que entendamos que una cosa es molestar a los más débiles y otra cosa es lo que se llama “condena social” que no es más que el hartazgo de quienes ya no quieren mantenerse callados y están comprometidos en hacerle sentir a quienes abusan de nosotros, que ya no los soportaremos más.

La ausencia de esa condena social es la que ha hecho que durante décadas los ciudadanos agachen la cabeza y lleguen hasta a tolerar a los que viven y amasan fortuna por medio de secuestrar la institucionalidad del Estado para terminar en un sistema absolutamente impune, corrupto, desigual y violento.

Si es mucha la presión para los niños de los pícaros, que aprovechen las universidades que han inventado para tener participación en las postuladoras y que se den becas para que todos sus familiares vayan a convivir con los hijos de los otros responsables del saqueo del país.

Porque más ganará Guatemala cuando les haga saber a los magistrados y diputados que ya no los aguantamos y que les dé vergüenza, igual que a los políticos desde los gobiernos de patriotas, los Colom Torres, los Arzú, Berger, Portillo y demás que solo han sabido piñatizar los recursos y vendernos la idea de que son millonarios porque son talentosos.

Es entonces grande la diferencia entre la intimidación a un joven, lo cual no debe ser tolerado, y la condena social que tiene que ser motivada. Charchal, Stalling, los diputados, los gobernantes y los dueños de la finca han sido los que al secuestrar el sistema de justicia e imponer el muro de impunidad, han obligado a que haya condena social. Que no se les olvide que es una pequeña muestra del desprecio que provocan.

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