Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El día 24 por la mañana recibí a un amigo que colaboraba con el párroco de La Merced quien me contó que ese sacerdote había convenido con el Presidente de la República, por intercesión de la esposa de éste, devota de la imagen del Señor de La Merced, que el Nazareno recibiera el grado militar de General del Ejército de Guatemala sobre la base de una supuesta y nunca probada decisión de Rafael Carrera de haberlo hecho Coronel en su momento.

Le dije al amigo que se les vendría una retopada de todos los diablos porque me parecía una aberración ese nombramiento. Me hizo recordar la tontería que hizo el entonces Arzobispo de Guatemala, Monseñor Rossell y Arellano, al nombrar Capitán General del Ejército de Liberación al Señor de Esquipulas, decisión escandalosa por las implicaciones que tenía el poner a la venerada figura como instrumento de una lucha ideológica y, ahora está probado, montada, dirigida y financiada por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.

Por la noche el orgulloso párroco anunció, según él, la maravillosa noticia sin imaginarse lo que se le vendría. Las reacciones fueron inmediatas y de repudio, lo que no le hizo ningún bien ni a la Iglesia, ni al Ejército y mucho menos al Señor de La Merced.

Imposible entender en qué jocotes estarían pensando el cura y la gente de gobierno que se prestó a esa payasada inaceptable que, para empezar, rompía con la indispensable separación del Estado y la Iglesia, además de ser simplemente una verdadera tontería que cuesta entender en un hombre que conoce las leyes del país, como el Presidente de la República, pero que se puede asumir como resabio de aquellos tiempos de la Liberación cuando ese tipo de cuestiones eran tan dadas y Alejandro Maldonado era uno de los chiquilines del movimiento.

Se puede decir que por lo menos recapacitaron, pero de todos modos el daño está hecho y el Arzobispo tuvo que intervenir ante la torpeza de su párroco quien, según me comentó el amigo que colabora con él, fue quien hizo efectivamente la gestión para que le dieran ese grado militar a la imagen. Y el daño está hecho porque ahora resulta que no sólo nadie fue padre de la criatura y todos se desmienten y dicen que “a saber de quién fue la idea” y a monseñor Vian le han volado reata los sectores más conservadores por haber dispuesto que no podía ser la payasada de referencia.

Imposible determinar al final de cuentas cómo fue la payasada porque ahora resulta que la idea es huérfana, aunque en la Misa de Gallo de la Navidad el párroco se mostró orgulloso dando la noticia de la que han tenido que dar marcha atrás ante la justificada actitud ciudadana de repudio y rechazo.

Y en el gobierno, a falta de propuestas y acciones serias, tienen que andar pensando en este tipo de babosadas que no aportan en nada y que, por el contrario, los pintan como una partida de desubicados que no saben para qué jocotes sirve el poder.

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