Tanto se ha hablado del clamor popular que se desató contra la corrupción y la impunidad que en realidad debiera haber habido una respuesta más clara y contundente. Ahora, a pocos días de terminar el año que para muchos fue glorioso y que cierra el saldo con el fin del gobierno de Pérez Molina pero con la consolidación del sistema causante y tolerante de la corrupción, vemos que en realidad fueron fuegos fatuos, una vocería sin eco ni respuesta y que por obra y gracia de los llamados que se hicieron para que dejáramos que fuera el voto el que resolviera la crisis, no hicimos sino legitimar la porquería.

Ni el gobierno provisorio encabezado por Alejandro Maldonado ni el que viene bajo la conducción de Jimmy Morales parecen haber entendido la dimensión de la crisis y el peso de la propuesta, mucho menos el sentido del mandato popular que se dio en las elecciones. Lo que pasa es que porque el sistema está viciado, terminamos consagrando nuevamente el poder en los mal llamados representantes del pueblo en el Congreso de la República, sabiendo que estos no nos representan ni formal ni moralmente, y esas viejas estructura corruptas de la política se atrincheran en el recinto parlamentario para dar su batalla contra la resistencia ciudadana a continuar bajo esos vicios.

El balance al final del año es de cero resultados porque nos está pasando lo mismo que hace doce años, cuando se nos vendió la paja de que la corrupción se acababa con el régimen de Portillo y terminamos eligiendo a un régimen también corrupto, pero más sofisticado que vino a perfeccionar lo que todavía por perfeccionar en el sistema de latrocinio y saqueo del país. Un gobierno que repartió concesiones a diestra y siniestra en el campo minero y licencias en el campo energético, además del uso y abuso de los fideicomisos y otro tipo de corruptelas en la construcción de obra pública.

Y es que la corrupción no acaba con alguna persona porque es sistémica, es parte de la estructura legal e institucional del país y por ello urgen reformas que puedan cambiar esa estructura. Jimmy Morales en un momento habló de convocar a una Constituyente, pero hasta esa idea ha abandonado y es tiempo de que los ciudadanos y no un candidato ni un funcionario, hagamos el reclamo para la refundación de nuestro Estado a fin de erradicar los instrumentos de la impunidad que facilitan tanto la corrupción que prevalece en la sociedad, ya no sólo en el sector público como algunos sostienen.

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