Juan José Narciso Chúa

La primera elección es la de Fiscal General, en la misma nos jugamos el futuro del Estado de Derecho o uno de sus eslabones claves.  Si se reelige a la actual Fiscal General, seguramente vamos en camino de la continuidad, pero no es nada más de lo mismo, lo que significa es que la situación en el ámbito legal tiende a empeorarse.

Hechos como lo que le ocurre hoy a la exfiscal de la FECI en Quetzaltenango, destituida ilegalmente, procesada injustamente y detenida inhumanamente, son acciones que podrían repetirse e incluso extenderse a todas aquellas personas que hemos cuestionado a la actual Fiscal General, quien decidió pasarse al “lado oscuro de la fuerza” y convertirse en vigilante pero de los opositores sean estos jueces, fiscales o abogados o cualquier persona que haya “osado” hablar de su actitud vergonzosa, de su papel deleznable y de su futuro como eje del mal.

La calificación de 15 puntos en lo académico que representa la nota mayor, otorgada por la Comisión de Postulación, cuando se ha documentado fehacientemente el plagio de una tesis doctoral, ha dejado un enorme sabor amargo de boca, puesto que, para muchos, incluido este escribiente, denota que no sólo va a pasar en el listado final de seis, sino además que la van a reelegir.

No dudo que haya existido presiones en contra de los Decanos de Derecho de diferentes universidades, pero me cuesta creer que por unanimidad hayan otorgado esos cuestionables 15 puntos.  El sabor a centavo viejo en la boca no termina y esta analogía la extiendo a todo nuestro país, su pésimo y vergonzante sistema político y la cooptación de la justicia.  Me resulta difícil aceptar que distinguidos decanos, pudieron ir más allá de sus puestos y ponerse de lado de la historia y abrir un espacio de luz para nuestra sociedad hoy que la oscuridad nos agobia.  Espero realmente que los decanos puedan dar un paso firme hacia adelante y hacer de la ruptura un hecho trascendental en sus vidas y hacia el lado de la justicia y el derecho. Decanos, su voto es clave.

La segunda elección a la que refiero como trascendental, pues es detener la continuidad, el aprovechamiento de puestos, la corrupción, el deterioro académico y la alianza criminal que rectores y decanos han trazado con los grupos que hoy detentan el poder y destruyen los cimientos de nuestro Estado republicano.

La ruptura es cambio, la ruptura es abrir brecha, la ruptura es futuro, la ruptura es expresar seriedad ante una situación que daña a nuestro país y la Usac debe refrendar el “Id y enseñad a todos”, viendo de cara a una ciudadanía que demanda cambios, que exige transformaciones y que no encuentra un vehículo institucional que canalice sus demandas, para ello se debe cambiar y buscar una Usac diferente, distinta que retrotraiga a sus más insignes anhelos, que respalde con su postura firme, que no olvide la lucha de estudiantes, profesionales y administrativos hace algunas décadas que provocó dolor y sangre en la Usac y una universidad consciente de los problemas nacionales y analítica para cambiar esta sociedad que poco a poco la destruyen un grupo infame de criminales, vulgares y perversos personajes -muchos de ellos graduados de nuestra tricentenaria y que nos provocan vergüenza y repulsión ajena-.

El cambio lo tenemos cerca en la Usac, Jordán Rodas Andrade constituye el candidato que puede liderar esa transformación estructural que se necesita en la tricentenaria.  A los profesionales que todavía tienen procesos de votación, les pido a unirse a esta cruzada por el cambio, a aquellos electores que no son de SOS les pido reflexionen su voto final este 27 de abril, empezar el cambio con la Usac representa un enorme giro en los acontecimientos de la historia contemporánea de nuestra sociedad.

Los profesionales debemos estar conscientes que la Usac nos otorgó mucho realmente con poco, no podemos continuar en la corrupción, el deterioro académico y científico, para convertir a la Usac en un eslabón de la cadena de la corrupción y la impunidad.  Hoy y estos días hasta el 27 de abril debemos “arremangarnos la camisa”, empuñar las manos y abrir nuestra mente hacia el futuro.

Con los acordes de la vieja canción de Joan Baez: “No nos moverán” y bajo el grito de aquella vieja consigna que nos legó nuestro icónico Oliverio Castañeda de León: “El pueblo unido jamás será vencido”, vamos al cambio y la ruptura, vamos al futuro.

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