Chapines que con su trabajo en el extranjero mantienen a flote la economía de su país. Foto La Hora/Archivo

Un áspero camino de 2,450 kilómetros separa a 2.8 millones de guatemaltecos de aquellos hogares que los vieron crecer. Cada día otros cientos se preparan para una travesía llena de sudor, lágrimas y sangre. En sus hombros cargan con la incertidumbre de lograr su cometido, con las promesas de ofrecer un futuro mejor y con los recuerdos que dejan atrás.

Mientras que, en las boscosas tierras de Guatemala, las semanas parecen meses para las familias que esperan inquietas una señal de vida de aquellos que partieron, de esos hijos que una patria necesitada de desarrollo perdió, de esos chapines que con su trabajo en el extranjero mantienen a flote la economía de su país.

 

LAS HISTORIAS DETRÁS DE LAS CIFRAS

Según el Instituto de Política Migratoria (MPI, en inglés) un estimado de 378 mil personas del Triángulo Norte de Centroamérica migraron irregularmente a Estados Unidos durante los últimos cinco años, de éstos, el 55% “habrían contratado a un traficante a un costo promedio de 7,500 dólares (unos Q58,811.38) por persona”.

Detrás de estas cifras se encuentra la historia de Claudia, una adolescente de 16 años que fue deportada en el 2020. La guatemalteca contó para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) el duro recorrido que atravesó junto a su hija de apenas 11 meses de edad, en su intento de cruzar la frontera para reencontrase con sus padres.

Hace 11 años el padre de Claudia fue tras el “sueño americano”, luego en el 2018 su madre y su hermano menor emprendieron el mismo viaje. Al quedar sola, la joven regresaba a su casa sin compañía, un día al salir del instituto fue perseguida por unos hombres quienes la agredieron sexualmente, “de esa violación nació mi nena”, relató con lágrimas.

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Tras pasar por las amenazas de sus agresores para que no denunciara lo ocurrido y enfrentar sola el proceso de parto y postparto, el padre de Claudia decidió vender su auto para pagar el “coyote”.

Fue así como Claudia e Inés salieron de Guatemala el 28 de febrero del 2020 con un grupo de guatemaltecos y un coyote. El plan era seguir los pasos de su mamá y “pasar por entrega” al momento de llegar a Estados Unidos. Es decir que a su llegada pediría asilo humanitario ante el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, en inglés).

“El coyote nos dijo que eran sólo unas horas de caminar por el desierto. Yo me quedé hasta atrás porque iba con la nena y con la mochila. Me costaba mucho. El coyote se quedó conmigo, me empezó a abrazar como queriendo hacerme algo”, contó Claudia.

Después de dicho incidente con el coyote, Claudia se quedó atrás y perdió de vista al grupo. Entonces llamó al 911 para pedir ayuda, pues entraba la noche y estaba perdida en el desierto.

Claudia fue auxiliada por las autoridades estadounidenses, recuerda que fue llevada a lo que parecía una comisaría y puesta en una celda junto con su hija. El Consulado de Guatemala le dijo que no se podía hacer nada para ayudarla porque el paso para niños y madres “por entrega” se había cerrado hacía dos meses. Fue así como la madre y su hija fueron deportadas a Guatemala y enviadas a un albergue temporal con otros niños y adolescentes retornados.

 

“Estoy preocupada, triste, desesperada… de todo un poco. Estuve tan cerca de llegar con mis papás”, relató Claudia para Unicef. Su caso es parte de los que terminan en deportación, sin embargo, existen otros que son víctimas de los riesgos extremos a los que se enfrentan los migrantes.

En diciembre de 2021, 56 migrantes, entre ellos 40 guatemaltecos, perdieron la vida en el estado mexicano de Chiapas, el grupo viajaba de forma irregular dentro de un tráiler cuando esté volcó en la carretera de Tuxtla Gutiérrez.

Daniel Arnulfo Pérez Uxla fue una de las víctimas mortales del trágico accidente, el guatemalteco dejó su vivienda en El Tejar, Chimaltenango para pagar la deuda de hipoteca de su casa. Meses antes había perdido su empleo a causa de la pandemia y entonces encontró en la migración la oportunidad para mejorar la situación económica de su familia.

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“No contaba, sin embargo, con que un accidente de tráiler en el camino le arrebataría el sueño americano y dejaría a su esposa y sus tres hijos sin la oportunidad de verlo regresar con vida”, agregó en esa oportunidad la agencia de noticias AP, que recogió la historia.

Según la OIM, de 2014 a 2021 se registraron 5,755 muertes durante viajes migratorios en Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, dejando a decenas de miles de familiares en busca de respuestas. Estas cifras no incluyen los casos que no logran ser identificados por las autoridades fronterizas.

REMESAS: EL SALVAVIDAS QUE NOS MANTIENE A FLOTE

Más allá del valor económico, las remesas representan sangre, sudor y lágrimas de los guatemaltecos y sus seres queridos.

En países avanzados la producción interna y el comercio exterior son el sostén de sus economías, a diferencia de Guatemala, donde las condiciones motivan a sus habitantes a buscar mejores oportunidades fuera de sus fronteras.

El costo de perder el talento humano se convierte en el ingreso de millones de dólares que internamente incentivan el comercio, la inversión y el ahorro.

 

Según las autoridades del Banco de Guatemala (Banguat), en la última década el envío de remesas familiares ha mostrado un “crecimiento tendencial de largo plazo”. Los datos muestran que el dinero que los compatriotas envían al país no ha dejado de crecer de forma consecutiva cada año, incluso durante la crisis de la pandemia la resiliencia de los migrantes se mantuvo.

Del 2013 al 2022 el ingreso de remesas se triplicó, pasando de US$5,105.2 millones a US$18,040.3 millones (unos Q141,463.32 millones), es decir un crecimiento de 253.4% en los últimos diez años.

Incluso con el aumento en el costo de la vida y con los riesgos de una desaceleración económica, los connacionales enviaron US$1,386.5 millones en el primer mes del 2023, lo cual representa 17% más de lo enviado en enero de 2022.

EL PESO DE LAS REMESAS EN EL PIB

De acuerdo con Álvaro González Ricci, presidente del Banguat, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) indica que el ingreso de remesas es destinado casi en un 50% al consumo. En ese sentido, el funcionario señala que las remesas incentivan el consumo privado dentro del Producto Interno Bruto (PIB) y para el cierre de 2022 se estima que pesarán el 19% del PIB”.

Por su parte, Alfredo Blanco, vicepresidente del Banguat, ha remarcado que “son un fenómeno permanente” y un puntal de la economía guatemalteca.

 

“Favorece el consumo, la recaudación tributaria, el nivel de Reservas Monetarias Internacionales. En el aspecto social también ayuda a las familias y esto va a seguir siendo así”, puntualizó Blanco.

En particular, el ingreso total de remesas en 2022 supera en un 15.0% los ingresos generados por las exportaciones (US$15,684.3 millones). Mientras que el acumulado de Inversión Extranjera Directa (IED), de enero a septiembre de 2022, apenas es de US$801.7 millones, esta cifra es menor al ingreso mensual promedio de remesas en el último año (US$1,503.35 millones).

MAYOR MIGRACIÓN INCENTIVA LAS REMEAS

Clynton López, economista y catedrático en la Universidad Francisco Marroquín, comentó que no se acostumbraba a observar un crecimiento permanente de remesas de mes a mes.

Una mayor migración, la proliferación de trabajo para cierto tipo de labores realizadas por migrantes y la subida de salarios en los Estados Unidos, son los factores que, a criterio de López, provocaron un mayor ritmo de crecimiento mensual en los últimos años.

 

Por su parte, José Luis Moreira, economista del Consejo Nacional Empresarial (CNE), expuso que los flujos de migración y el nivel de empleo en EE. UU son los «conductores fundamentales» del crecimiento de las remesas.

Para el experto, a menos que cambie la política migratoria de la región o la situación político/económica de Guatemala podría reducirse el flujo de las migraciones y, por consiguiente, la recepción de remesas.

INCREMENTA EL DESEO DE MIGRAR

El estudio de 2021 “Las complejas motivaciones y los costos de la migración centroamericana” del Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Instituto de Política Migratoria (MPI) y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), detalla que el deseo de los centroamericanos de migrar a otros países está incrementando.

“Alrededor de cuatro de cada diez hogares (43%) expresaron el deseo de migrar de forma permanente a otro país en un plazo de un año, en comparación con 8% en 2019”, se lee.

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El estudio muestra que las personas que experimentaban inseguridad alimentaria tenían una tendencia mayor (23%) a efectuar preparativos concretos para migrar que aquellas que se encontraban en una situación de seguridad alimentaria (7%).

“Los salarios bajos, el desempleo y los ingresos insuficientes para atender las necesidades básicas afectaban directamente los medios de subsistencia de la gente y contribuían en gran medida al deseo de emigrar”, se lee en el documento.

El informe indica que se estima que las personas migrantes del Triángulo Norte gastaron alrededor de US$1,700 millones al año en desplazamientos irregulares con un traficante.

PERSPECTIVAS PARA 2023

Según González Ricci, en el 2023 las remesas seguirán creciendo, pero no a los niveles de los años anteriores, sino en un eje central de 7.5%. Dicha estimación sería 16 puntos porcentuales menos que el crecimiento presentado en el 2021, cuando fue de 34.9%.

En ese sentido, se estima que las remesas cerrarán el año electoral con US$19,402.6 millones.

Para López, “es muy probable que las remesas muestren una desaceleración de crecimiento, porque las condiciones en USA cambiaron, pero la migración sigue fuerte”.

 

EMPRENDER PARA NO MIGRAR

El año pasado La Hora documentó la historia de Walter Islaín Tomás Gómez, un joven originario de San Miguel Ixtahuacán, San Marcos, que apostó por emprender en el cultivo de tomate para no migrar.

Un crédito de Q5,000 y el apoyo de sus padres para empezar a estudiar ingeniera agrónoma fue la clave. Con esto, Walter logró alquilar un terreno de media cuerda (200m), fertilizantes y otros insumos.

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Walter sostiene que, si no hubiera tenido la oportunidad de estudiar, es posible que su primera opción hubiera sido migrar hacia Estados Unidos. Actualmente, se encuentra en el proceso final para graduarse como ingeniero agrónomo.

Sin embargo, no todos los jóvenes de su comunidad lograron encontrar otras alternativas de subsistencia.

“Este fenómeno de la migración está afectando bastante. Los jóvenes adultos están viajando a Estados Unidos y aquí nos estamos quedando sin mano de obra, entonces dificulta un poco la producción”, comentó Walter.

El joven relató que, cuando empezó a cultivar, contaba con la colaboración de tres jóvenes, pero ahora ya no debido a la migración. Esta situación ha llevado a los agricultores del área a tecnificar sus métodos para continuar con sus operaciones.

LOS RETOS A ENFRENTAR

Según López, se sabe por información de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) que un porcentaje importante de la población recibe remesas. En ese sentido, considera que esto es una “muestra del fracaso” de Guatemala para propiciar inversiones nacionales y extranjeras productivas.

“El principal problema del país es que no existe la confianza necesaria para propiciar dichas inversiones, por lo que es insuficiente el nivel de empleo que se genera, por eso la gente migra”, detalló el académico.

Entre las recomendaciones del MPI, para abordar los determinantes de la migración irregular, se destaca el ampliar los programas nacionales de protección social y estimular las inversiones para aumentar las oportunidades económicas.

 

“Para amplificar los efectos de las remesas más allá de los hogares en el plano individual, los gobiernos y las organizaciones internacionales deberían considerar a los integrantes de las diásporas como posibles agentes de desarrollo económico y gobernanza”, puntualiza el informe del MPI.

De esa cuenta, se aconseja la creación de incentivos para que inviertan en obras públicas, programas agropecuarios para aumentar la resiliencia frente a fenómenos climáticos, programas antipandillas orientados a los jóvenes y el acceso a visas para trabajadores temporales.

¿CUÁNTOS CHAPINES VIVEN EN EE. UU?

Según los datos del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex), al 31 de mayo de 2022, un estimado de 2 mil 813,983 millones de guatemaltecos viven en Estados Unidos. La mayoría (984,045) residen en el estado de California y Texas (184,157).

 

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