Una inadvertida pandemia trajo consigo cambios en los gastos de los gobiernos, provocando un aumento de la deuda pública en todo el mundo. Foto: La Hora

Una inadvertida pandemia trajo consigo cambios en los gastos de los gobiernos, provocando un aumento de la deuda pública en todo el mundo, América Latina y el Caribe no fueron la excepción. Si bien esta deuda ayudó a la región a combatir la crisis sanitaria, ahora supone un “lastre para la economía”, así lo detalla un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La deuda total ha escalado a unos US$5.8 billones, cifra equivalente al 117% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región, y hasta el 140% del PIB en las cinco economías más grandes, según la publicación «Lidiar con la deuda, menos riesgo para más crecimiento en América Latina y el Caribe», del BID.

La deuda pasó del 58% en 2019 al 72% en 2020 “debido a paquetes fiscales relacionados con el COVID-19, menores ingresos y la recesión”. La pandemia, la invasión rusa a Ucrania, la alta inflación, el aumento de las tasas de interés y el bajo crecimiento mundial, combinados con una deuda elevada, aumentan la vulnerabilidad de la región.

Porcentaje de empresas que declaran atrasos en los pagos de la deuda. Foto: La Hora / BID

Bajo este contexto, para el BID, reducir la deuda pública a niveles prudentes para impulsar el crecimiento económico, favorecer la inversión productiva y reducir el riesgo de una crisis de endeudamiento, deben ser la prioridad de los países latinoamericanos y del Caribe.

En el caso de Guatemala, el presidente Alejandro Giammattei aseguró que la deuda pública en relación con el PIB ha descendido en los últimos tres años. Para el 2023 se estima que el porcentaje de endeudamiento será de 29.9% respecto al PIB, es decir un punto porcentual más bajo en comparación con el 2022.

El economista Abelardo Medina Bermejo, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), destaca que es positivo mantener un bajo nivel de endeudamiento en Guatemala, sin embargo, como se carece de una política fiscal estratégica a largo plazo, el enfoque de la deuda pública es la obtención de recursos para financiar el funcionamiento del Estado y no para promover el desarrollo económico y el bienestar social.

ELEVADA DEUDA LASTRA EL CRECIMIENTO

Según el BID, la deuda pública es fundamental para que los países lleven a cabo proyectos de inversión, apoyen a las economías frente a los choques negativos e implementen políticas anticíclicas.

Sin embargo, los altos niveles de esta pueden obstaculizar el desarrollo, pues impulsan a los inversores a exigir mayores rendimientos, desplazando las inversiones privadas y obligando a los gobiernos a desviar recursos escasos para pagar intereses, en lugar de invertir en infraestructura y servicios públicos.

Además, los altos niveles de endeudamiento también reducen la capacidad de los países de responder a futuros choques económicos y poder apoyar a los hogares, así como a las empresas. En la actualidad, parte de estos choques se engloban en los rezagos de la pandemia, los conflictos geopolíticos, el elevado costo de la vida y tasas de interés, así como en la desaceleración de la economía.

Picos de endeudamiento y aumento de la deuda pública en América Latina y el Caribe. Foto: La Hora / BID

Ante este panorama, los gobiernos deberían reducir su porcentaje de deuda, de un promedio de 70% a un rango de 46%-55% del PIB, nivel que el estudio considera prudente. Este rango variará en cada país dependiendo de sus características específicas.

«Una deuda bien administrada y sostenible puede ayudar a liberar el abundante potencial de crecimiento de América Latina y el Caribe», dijo Eric Parrado, economista jefe del BID.

CINCO RECOMENDACIONES

1. Mejorar las instituciones fiscales

Según el informe, para reducir el riesgo y las tasas de interés, los países deberían “depender menos de políticas fiscales discrecionales y más de estabilizadores automáticos”, así como mejorar la planificación fiscal a mediano plazo.

Sobre este punto, Medina Bermejo comentó que la política fiscal de Guatemala tiende a la discrecionalidad, debido a que está enfocada en financiar el funcionamiento del Estado o atender los ingresos y gastos del mismo, y no en cómo puede influenciar la actividad económica a través de la participación pública, y así atender problemas socioeconómicos que son un traspié para garantizar el bienestar de los guatemaltecos.

En otras palabras, se percibe que la política fiscal busca financiar primariamente los gastos del Estado con la obtención de recursos vía impuestos o contratación de deuda, pero no tiene objetivos definidos como, por ejemplo, reducir la pobreza y desnutrición o qué tipo de impuesto aplicar para lograr la distribución de riqueza.

“Eso vuelve muy discrecional la aplicación de deuda, porque de repente (funcionarios) proponen aplicar un subsidio o una amnistía, dejando mucho espacio a la discrecionalidad”, recalcó.

Por el lado de los estabilizadores automáticos, el miembro de Icefi explicó que en Guatemala el primer estabilizador es el Impuesto Sobre la Renta (ISR), “pero lamentablemente tiene un nivel de profundidad muy bajo”. Y dado que una de las principales fuentes del ISR es el impuesto a los ingresos y no a las ganancias, “no funciona tan bien como un estabilizador automático”.

2. Promover la consolidación fiscal más allá de los planes actuales

 

“Los programas de política bien diseñados pueden aumentar la eficiencia y, a la vez, favorecer a los sectores más postergados, ofreciendo espacios para la inversión pública, impulsando el crecimiento y permitiendo mejores respuestas a futuras crisis”, se lee en el informe.

El BID estima que, en promedio, la región necesitaría hacer un esfuerzo fiscal adicional de alrededor de 1.4% del PIB al año para alcanzar esos niveles prudentes de endeudamiento.

En ese sentido, la entidad aconseja a los países, donde la recaudación y el gasto representan un porcentaje menor del ingreso nacional, ampliar la base tributaria y aumentar los ingresos del sector público para generar una mayor inversión pública con impactos beneficiosos sobre el crecimiento.

De acuerdo con Medina Bermejo, globalmente Guatemala es uno de los países con el nivel de recaudación y gasto más bajo.

“Como no tenemos política fiscal y no sabemos cómo vamos a crear el desarrollo y promover el crecimiento, entonces simplemente lo que terminamos haciendo es ciudadano mucho el no gastar de más, para que no se nos vaya (al alza) la deuda. Por eso es claro que Guatemala tiene un enfoque de finanzas públicas y no de política fiscal”, agregó.

3. Enfocarse nuevamente en mejorar la gestión de la deuda

Más de la mitad de los países de la región enfrentan un servicio de la deuda mayor a 2.5% del PIB, y una cuarta parte de ellos mayor a 5%, un nivel similar al gasto en educación.

Bajo ese contexto, el organismo recomienda a los países tratar de profundizar los mercados locales de capital y aprovechar al máximo los productos que ofrecen los bancos multilaterales de desarrollo.

Asimismo, los soberanos deberían asegurarse de que las oficinas de gestión de la deuda “tengan cierto grado de autonomía”.

4. Considerar cuidadosamente la mejor manera de ayudar a las empresas privadas

El estudio indica que, en general, los sectores bancarios nacionales de la región se han expandido, y una cuarta parte de los países tienen un crédito interno de al menos 100% del PIB. Sin embargo, para otra cuarta parte de los países, el crédito es inferior a 50% del PIB.

 

“El acceso sigue siendo escaso, especialmente para los hogares, las Pymes y las empresas dirigidas por mujeres. Según las estimaciones, existe una brecha de US$1.8 billones entre demanda y oferta de fondos disponibles para las Pymes en la región”, se lee.

Por el lado de los hogares, los niveles generales de endeudamiento “siguen siendo relativamente bajos respecto de los estándares internacionales”, siendo del 22% del PIB en promedio, mucho más baja que la de otras economías emergentes (35%) y la de los países desarrollados (77%).

De esa cuenta, el BID aconseja a los gobiernos continuar con sus esfuerzos por mejorar el acceso al crédito, tanto para los hogares, como para las pymes.

5. Crear un foro regional para discutir temas relacionados con la deuda y su reestructuración

Para el banco multilateral, un foro para discutir los temas de la deuda “complementaría la arquitectura financiera internacional existente”, al mismo tiempo que aprovecharía el conocimiento de la región respecto a los procesos de reestructuración de la deuda.

PEQUEÑAS EMPRESAS: EL ACCESO AL CRÉDITO ES CLAVE

Las pequeñas y medianas empresas continúan enfrentando restricciones crediticias, especialmente en Centroamérica y el Caribe. El documento detalla que el acceso siguió siendo un factor esencial para que las empresas lograran sobrevivir a la crisis sanitaria. Aun así, una parte considerable de las mismas declaró estar en mora con los prestamistas.

“Con respecto al acceso, la morosidad y los cierres, las firmas más pequeñas, y dirigidas por mujeres, declararon tener más problemas que las más grandes (empresas) y conducidas por hombres”, se lee.

En ese aspecto, Medina Bermejo asevera que uno de los principales problemas que Guatemala lleva arrastrando desde hace mucho tiempo es la limitada inclusión financiera, es decir la posibilidad que tienen todos los habitantes y Mipymes para acceder a préstamos; además, las pequeñas y medianas empresas se enfrentan a elevadas tasas de interés.

“Las grandes empresas obtienen sus préstamos en el sistema bancario al 6 – 7%, mientras que los microempresarios, en promedio, la obtienen al 24%. Entonces las microempresas no se pueden desarrollar bien porque su crédito es altísimo. Y si algo así como el 85% del empleo del país depende de las Mipymes, nos damos cuenta de que la estrategia del Gobierno en materia de acceso al crédito no es para nada apropiada”, puntualizó el profesional.

“LA DEUDA PUEDE SER BUENA O MALA”

En palabras de los autores del informe, “la deuda puede ser buena o mala”. Lo que está claro es que la gestión de las deudas heredadas “será uno de los desafíos más importantes del mundo luego del COVID-19”.

“Para cualquiera persona, la deuda no es buena ni mala, es para qué se usó. Si yo hice una deuda para financiar la educación de mis hijos o para construir una casa o para comprar un vehículo y me va a ayudar a ser más productivo, entonces la deuda está bien manejada”, ilustró Medina Bermejo.

Dicha analogía aplica para Guatemala, a criterio del académico, si la deuda se utiliza para construir carreteras, por ejemplo, entonces está siendo bien utilizada, ya que promovería el desarrollo. Pero “el problema es que a veces se utiliza para financiar salarios o gustos de los diputados (…) o la seguridad para el presidente, cosas que realmente no son productivas”.

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