No extraña, pues, que el Presidente Alejandro Giammattei participara en uno de esos eventos. Foto La Hora/Presidencia

El moralismo, es decir todo lo relacionado con “las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida privada”, según el Diccionario, se ha convertido en un instrumento político que grupos conservadores utilizan para incrementar su influencia política en muchas sociedades y existen numerosos libros y documentos que acreditan la forma en que han extendido su poder no sólo en Estados Unidos, donde surgieron, sino en multitud de países y en algunas documentales sobre el tema aparecía, como uno de los súbditos de esa corriente “moralista” el mismísimo Jimmy Morales.

No extraña, pues, que el presidente Alejandro Giammattei participara en uno de esos eventos ni que el mismo haya sido patrocinado por el Congreso de la República de Guatemala puesto que se trata, por sobre todas las cosas, de una actividad eminentemente política que usa como propaganda la religión y el supuesto moralismo para incrementar su poder.

La calidad de los políticos que participan no importa ni su obrar en relación con el bien o el mal ni en función de su vida privada. Donald Trump, quien presumía de poder agarrar a cualquier mujer de sus partes íntimas sin que protestaran, era orador especial de esos eventos y la verdad era reverenciado por las multitudes que acudían a esos Desayunos de Oración o actividades parecidas en las que figuras como las de Morales y Trump se pavoneaban en medio de cánticos sagrados y pomposas oraciones elevadas al Altísimo.

Es indudable que en el mundo hay un quiebre con los valores morales, entendidos los mismos como la promoción del bien en el más amplio sentido del término y el rechazo a las acciones malignas. Viejos valores que fueron inspiración de la familia han desaparecido del horizonte, lo que abre el camino para que grupos radicales traten de aprovechar el tema para incrementar su influencia política. No podemos olvidar que QAnon, el grupo terrorista norteamericano que fue puntal en la toma del Capitolio, empezó alrededor de la prédica moralista y así fueron ganando adeptos que luego fueron influenciados por teorías radicales y violentas que nada tienen que ver con la moral porque, como muchos supuestos defensores de la vida, terminan clamando por la pena de muerte y hasta por la eliminación de quienes no comparten sus radicales ideas.

Con personas como Trump, Morales o Giammattei en rol de oradores en esos eventos es evidente que sólo utilizan el moralismo para llevar agua a su molino y dinero a sus bancos.

Redacción La Hora

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