Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Continuando con el tema de la reactivación económica post COVID-19, terminaba la columna anterior haciendo hincapié en que un alto porcentaje de la fuerza laboral guatemalteca es mano de obra no calificada, y eso es lo que Guatemala tiene para ofrecer al inversionista extranjero en estos momentos.

Lo anterior es muy importante, ya que, si el gobierno pretende hacer reformas a la ley de zonas francas para atraer nuevos inversionistas, sobre todo extranjeros, que monten fábricas ensambladoras de productos sofisticados, como teléfonos celulares, computadoras o televisores, y no la tradicional maquila de prendas de vestir, forzosamente Guatemala tendrá que contar con una fuerza laboral calificada que tenga los conocimientos técnicos suficientes para poder ensamblar productos que requieren de un mayor nivel técnico que coser (Costa Rica, por ejemplo, invierte 8% del PIB en educación, mientras que Guatemala únicamente el 2.9%).  Si un inversionista evalúa el nivel de formación técnica de la mano de obra en Guatemala y lo compara con el de Costa Rica, por poner un ejemplo con similar ubicación geográfica y acceso al mercado de los Estados Unidos, Guatemala pierde de lejos, debido a las abismales diferencias entre el nivel de educativo de ambas naciones.  Si a ello agregamos el agravante que la mitad de la mano de obra guatemalteca ha padecido de algún grado de desnutrición crónica infantil, enfermedad que limita la capacidad cognitiva de una persona por la falta de una ingesta adecuada de nutrientes durante la infancia, Costa Rica gana de lejos, a pesar de tener una mayor carga laboral y fiscal.

En cuanto a la inversión en infraestructura estratégica, como puertos y aeropuertos, ya el presidente abordó esta semana en una entrevista con el medio Prensa Libre el tema de los puertos nacionales y lo ineficientes que son, en gran medida por los monopolios de grúas y de básculas que cada puerto tiene.  Eso coloca a Guatemala en una seria desventaja frente a los vecinos del área, que tienen capacidad para descargar a un ritmo mayor los vapores, con el consiguiente ahorro en costos por estadía (demoras).  También decía el presidente Giammattei en la citada entrevista que el muelle de Santo Tomas de Castilla esta fracturado en 3 tramos, lo que conllevaría paralizar el puerto por días solo para repararlo. De esta forma tampoco se puede ser eficiente para atraer inversión extranjera.

La propuesta para reactivar la economía del doctor Giammattei debe ir en dos vías.  En primer lugar, se debe generar empleo construyendo infraestructura necesaria en salud y comunicaciones, como centros de atención primaria (no hospitales) para ampliar este tipo de cobertura a nivel nacional, principalmente en áreas rurales del interior del pais, así como tramos carreteros para unir y acercar poblaciones rurales.  En segundo lugar, se debe dar formación técnica gratuita a quienes así lo deseen para mejorar el nivel técnico de nuestra mano de obra si se quiere competir contra la mano de obra que ofrece Costa Rica, por ejemplo, para la elaboración de bienes sofisticados y de un mayor grado tecnológico.

Por supuesto, y no me cansaré de repetirlo, que erradicar la desnutrición crónica infantil en Guatemala debe ser tarea prioritaria de cualquier gobierno, con o sin pandemia.

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