Hoy le corresponde al Presidente rendir su informe del tercer año de gobierno que culmina en este día, y si se ajusta a la realidad no tendrá más que hablar que de sus intensos y constantes esfuerzos por descarrilar la lucha contra la corrupción que se inició en el año 2015 y que, paradójicamente, le abrió el camino al poder porque en ese momento hubo electores que lo vieron como el único ajeno al podrido sistema que se había evidenciado con el destape de los casos contra el gobierno de Pérez Molina y Baldetti. De no ser por esa especial coyuntura el señor Morales no hubiera alzado vuelo como candidato presidencial y el golpe de fortuna se lo debe, precisamente, a la CICIG y el MP que hace cuatro años emprendieron la lucha contra la podredumbre de nuestro sistema político.

Durante casi año y medio el gobierno del señor Morales se ha concentrado única y exclusivamente en buscar los mecanismos para abortar ese proceso de depuración para reinstalar la impunidad que históricamente se ha vivido en Guatemala y que tuvo un breve revés en el marco de aquella lucha que gozó inicialmente del apoyo hasta de las élites del país, hasta que miembros de las mismas fueron apareciendo en sucesivos casos y especialmente en el de financiamiento electoral ilícito, el pecado original y mortal de la democracia guatemalteca, lo que las convirtió en vigorosos aliados del mandatario y de quienes lo rodean y alientan el perverso pacto para consolidar la Dictadura de la Corrupción.

No se puede negar el impacto vigoroso que tuvo esa nueva alianza con el poder económico, plasmado entre otras cosas en la intensidad del cabildeo anti CICIG en Washington, y en mayor inversión en las redes sociales para mantener la presión contra los aliados de la lucha contra la corrupción, además de la asesoría al régimen para avanzar en el esfuerzo.

El gobierno no tiene más logros en este tercer año que el de haber intensificado el ataque a la lucha contra la corrupción y la impunidad en el país y es de lo que puede presumir precisamente frente al pleno de diputados en donde son mayoría los que comparten esa visión que se resiste a cualquier cambio que implique renunciar a las practicas mañosas que son consubstanciales con la política criolla.

Y hoy, arropado por un despliegue brutal de fuerza pública para mantener alejado al pueblo de las cercanías del Palacio Legislativo, el señor Morales rendirá su informe en el que volverá a presentarse como ni corrupto ni ladrón.

Redacción La Hora

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