El Estatuto de Roma define con precisión cuáles son los delitos de lesa humanidad, es decir, delitos contra toda la humanidad y se centra en crímenes como “asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales del derecho internacional, tortura, violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable, persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género, u otros motivos reconocidos en el mundo como inaceptables con arreglo al derecho internacional, la desaparición forzada de personas, el crimen de apartheid u otro acto inhumano de carácter similar que cause grandes sufrimientos intencionales o atenten de gravedad contra la integridad física o la salud mental cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque”.

Sin embargo sostenemos que pocos crímenes son tan inhumanos y crueles por el enorme daño social que provocan como los relacionados con la corrupción en estos países pobres donde ese crimen literalmente mata de manera silenciosa y casi invisible a muchísima gente. Empecemos por lo más obvio que es el problema de la violencia tan asociado a los modelos de impunidad desarrollados para proteger a los corruptos, pero pensemos en la cantidad de gente que se muere por falta de atención adecuada en nuestros siempre deficitarios sistemas de salud y los niños que se mueren de hambre porque no existe ningún programa social que ejecute el Estado para atender sus necesidades.

Crimen de lesa humanidad tiene que ser la comisión de actos de corrupción en países con la pobreza tan grande que vemos en Guatemala y las sanciones tendrían que ser en verdad ejemplares. En cambio, nuestro Congreso trabaja a marchas forzadas para ir despenalizando la corrupción y facilitar que siga la fiesta para asegurar que quede perpetuado el modelo actual que tanto daño le ha hecho al país. Lo que necesitamos es más castigo para los corruptos.

Es ingrato pensar que los que se roban millones y causan tanta miseria y tanta muerte pueden salir tranquilamente en poco tiempo a gozar de la fortuna mal habida porque lo que les han quitado por extinción de dominio es apenas una mísera parte de todo lo que se robaron, de lo que le robaron a un pueblo hambriento y necesitado que en mala hora confió en ellos para que se hicieran cargo de la administración del país.

Redacción La Hora

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