La captura del hermano del comisario Nery Ramos a finales de la semana pasada ha generado un serio conflicto entre quien fue Director General de la Policía Nacional Civil y el Ministro de Gobernación que lo destituyó del cargo, puesto que mientras el Ministerio anuncia que la captura fue por la portación de un arma con el registro esmerilado, el comisario sostiene que esa pistola fue plantada maliciosamente para poder formular la acusación, práctica que en el pasado fue común para formular falsos cargos o para extorsionar a personas inocentes.

Para hoy en la tarde está fijada la audiencia de primera declaración de Osbin Ramos, quien recientemente fue dado de baja luego de un proceso en verdad tortuoso que parece diseñado para ponerle una cascarita al exdirector de la PNC. En todo caso, es de esperar que los mecanismos legales funcionen adecuadamente para asegurar el imperio de la ley y evitar tanto la impunidad como los abusos de poder que puedan existir en el presente caso que es una muy seria señal de lo que puede ocurrir si nuestras autoridades se desbocan.

El trabajo de Ramos al frente de la Policía Nacional Civil fue ampliamente reconocido por todos los sectores sociales que percibieron el cambio de actitud de los mandos y el efecto que ello tuvo en el comportamiento y compromiso de toda la fuerza policial que se sintió bien dirigida durante su gestión. En los últimos días se ha dado un sentimiento de frustración e inconformidad en la Policía que ha obligado a sus autoridades a emitir circulares prohibiendo a los agentes expresarse sobre la situación existente luego de que en muchos de los mensajes que se hicieron públicos se habló, directamente, de la diferencia entre la situación actual y la que se vivió bajo el mando del exministro Rivas y del Director General Ramos, lo que sin duda molesta a las actuales autoridades que no quieren ser comparadas con las que les precedieron.

Interesa decir que en este caso está en juego mucho más que la situación personal del agente Osbin Ramos porque se debe dilucidar si el procedimiento que llevó a su captura es, en efecto, consecuencia de la comisión de un delito o si estamos de vuelta en los tiempos de la represión cuando para salir de los adversarios se les inventaban delitos inexistentes o simplemente se les iba eliminando a discreción. Guatemala no puede volver a aquellos tenebrosos tiempos y los ciudadanos tenemos que hacer todo lo que podamos para impedir tal retroceso.

Redacción La Hora

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