Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El resultado de la elección de la Junta Directiva del Congreso envía varios mensajes, entre ellos que el pacto entre los corruptos se mantiene vigente y que les importa muy poco lo que la ciudadanía pueda pensar u opinar sobre el desempeño de nuestras autoridades. Pero el más claro de todos es que aquí no hay contemplaciones y que el siguiente paso en la lucha por definir el futuro del país será, desde la óptica oficial, la designación de un Fiscal General que sea garantía de que la cooperación entre el Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad llega a su fin y que todas las investigaciones en curso y procesos en marcha serán objeto de revisión en cada una de las fiscalías, incluyendo la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), con lo que el esfuerzo por depurar al país que inició en el año 2015 llegará a su fin exactamente en el mes de mayo.

Hoy empezarán a discutir una nueva reforma a la Ley Electoral que no tiene otra finalidad que la de afianzar el sistema de elección que ha permitido la conformación de Congresos como el que tenemos. El objetivo es claro y harán todo lo posible por legislar para despenalizar toda forma de financiamiento electoral para que las curules puedan seguir siendo vendidas al mejor postor como ha ocurrido hasta la fecha. Hay partidos que tras vender las curules luego encuentran que tienen alacranes en la camisa pero, a pesar de esas evidencias, han continuado con la práctica que le asegura su posición a algún dirigente.

En lo general es correcto interpretar todo lo ocurrido como un paso en la dirección que apunta a consolidar el sistema de corrupción e impunidad. Pero lo concreto, lo definitivo y certero es que el objetivo más urgente y decisivo es ponerle fin a la persecución penal que han realizado el MP y la CICIG para devolver así la calma y tranquilidad a los actores de la cooptación. Veremos cómo rápidamente se caen los casos que llevan ya casi dos años entrampados por el litigio malicioso que, precisamente, apuntaba a lo que está ocurriendo. Era vital impedir que se produjeran sentencias condenatorias para esperar a que, como decía aquel candidato presidencial, vengan “tiempos mejores”, los que llegarán justamente cuando termine el proceso de postulación y se produzca el nombramiento del Fiscal.

Cuando en Venezuela un gobierno autoritario empezó a sacar las uñas, la ciudadanía no supo reaccionar y tardó mucho en darse cuenta que iban a la consolidación de un poder dictatorial. En Guatemala la corrupción sacó las uñas y vamos hacia la consolidación de una dictadura de los corruptos, avalada por poderosos sectores del país que tarde o temprano llorarán por haberle facilitado a esa clase política la consolidación del régimen corrupto e impune.

Una dictadura ideológica hace mucho daño, pero la dictadura de los sectores más corruptos y podridos del país es devastadora y destruirá a Guatemala. Esos son los hechos que hablarán y cuando el Embajador los oiga, será demasiado tarde.

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