Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Tras las revelaciones de los casos de corrupción, siempre entramos en una especie de letargo en lugar de acción para cambiar lo que está mal y entiendo que, dados los niveles de descomposición, cualquier cambio estructural no se podrá realizar e implementar de la noche a la mañana aunque lastimosamente esa dificultad sirve en el país como una excelente excusa para no terminar haciendo nada.

Como ejemplo, veamos lo que dijo el Ministro de Finanzas respecto a una nueva ley de compras (que nos tomaría tres años lograrla), y en lugar de empezar desde ya la cuenta del plazo, cocina una serie de medidas para asegurar la continuidad del sistema como está sin perder el sueño de lograr la amnistía fiscal.

He dicho en el pasado que para aquellos que comemos tres tiempos o que tenemos expectativas a futuro, esperar sentados los cambios en el país es relativamente cómodo y no quiero ni imaginar el sentimiento de frustración que deben tener aquellos que no comen la misma cantidad de tiempos y que piden a gritos una oportunidad, pero saben que ésta no llegará por la misma descomposición del sistema.

Y digo que vivimos una “tensa calma” porque el país entero vive pendiente de las investigaciones criminales que están en curso. Ahora (gracias a los trabajos de investigación) los vicios estás más expuestos, pero somos incapaces de mantener el dedo en la llaga y peor aún, de entender que el epicentro de los cambios está en el Congreso y no en la plaza ni en las carreteras del país.

Vivir una “tensa calma” quiere decir que vivimos el hoy esperando sobrevivirlo para pensar en mañana que se vuelve el nuevo “hoy” (ejemplificación de un amigo) y así sucesivamente y por andar renegando, la realidad es que no hablamos de los temas importantes, no planificamos el futuro y seguimos sin pensar e invertir en la gente.

Decía hace unos días que era necesario que los contratistas dijeran “basta ya” al sistema de mordidas que opera, pero cuando uno ve que un colaborador eficaz dice que Alejandro Sinibaldi lo amenazó y hasta le recordó al “Cartel de los Sapos”, se evidencia que esa gente sigue haciendo hasta lo imposible para salvar su pellejo y de paso al sistema.

Buscan salvar el sistema porque al hacerlo se logrará que los ejes rectores del mismo sigan siendo la impunidad con la que se protegerán de la corrupción y eso hay que entenderlo porque en la “tensa calma” que vivimos es justamente donde nos quieren tener los enemigos del cambio para que no hablemos de lo esencial.

Quiero advertir que la situación de Guatemala es crítica y quienes digan lo contrario, son todos aquellos para quienes la falta de oportunidades de la mayoría y la pobreza de millones se entienden como normal dentro de un sistema putrefacto.

Claro que hay cosas positivas sobre las que, justamente, hay que construir para lograr darle vuelta a un sistema que no nos permite cambiar la realidad y aspirar a tener un país que sea más justo, incluyente, generador de oportunidades con menos impunidad y corrupción. Como todo en la vida, de usted y de mí depende.

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