Los cuerpos aparecieron en tres puntos distintos del país. Foto La Hora/redes sociales/Bomberos Municipales Departamentales

El triple crimen que costó la vida a dos mujeres y un hombre provocó conmoción en la sociedad guatemalteca por la forma brutal en que se produjo y porque revive las condiciones de salvajismo que se sufren en nuestro medio y que se ven exacerbadas ahora que el criminal tiene la certeza de impunidad porque sabe que no hay un sistema de justicia que trabaje para castigar al delincuente sino que, todo lo contrario, está allí para protegerlo e impedir la sanción penal. Desde el Ministerio Público hasta la más alta de las Cortes, todo está amañado para que opere en la protección de los criminales.

Se piensa que la impunidad sólo es para los ladrones de cuello blanco pero cuando los jueces son venales cualquiera tiene la opción de obtener su protección si dispone de los medios de pago para comprar ese favor judicial. Y lamentablemente lo más importante para evitar la delincuencia y contener la violencia es la certeza del castigo, cosa que en Guatemala ha desaparecido por el efecto que tiene la cooptación de la justicia. No se selecciona a los investigadores ni a los juzgadores por su capacidad, conocimiento técnico y legal, sino por su venalidad, su disposición a ignorar hechos, a apañar circunstancias con tal de brindar impunidad a los delincuentes.

Y eso tiene un efecto en toda la sociedad. Lo hemos venido diciendo hace tiempo, porque la gente tiene que entender que no es únicamente asunto de los corruptos buscando su impunidad, sino que el deterioro del sistema de justicia nos terminará pasando factura a todos, sin importar condición alguna, puesto que en todas las instancias hay puertas que tocar para que los casos queden sin el merecido y necesario castigo.

La impunidad afecta al ciudadano honrado porque no tiene quien le defienda de los abusos que pueda sufrir porque no hay derecho que valga cuando los llamados a proteger y privilegiar los derechos están en venta pues fueron seleccionados por su capacidad para violar la ley y reírse de la justicia.

Esas tres brutales muertes son un botón de muestra de cómo las fuerzas del mal, de diverso origen, se sienten alentadas por la impunidad reinante y es la gente honesta, la gente decente, la gente trabajadora, la que queda expuesta y librada a su propia suerte.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorFallece el creador del programa nuclear de Pakistán
Artículo siguienteBottas se lleva GP de Turquía; Verstappen recupera liderato