Un grupo de guatemaltecos manifiestan su descontento ante el gobierno. Foto La Hora/Archivo

El mensaje enviado por los ciudadanos fue contundente si tomamos en cuenta nada más el voto nulo, en blanco y el abstencionismo porque resulta que 2 de cada 3 guatemaltecos expresaron su rechazo al sistema actual de corrupción e impunidad que permitió, entre otras tantas cosas, la manipulación del proceso electoral de una forma que no se veía desde la elección de 1982. Si a ello agregamos la sorpresa provocada por el segundo lugar de un candidato que no figuraba en las encuestas, debemos entender que la oposición a las estructuras de poder es categórica.

En la primera vuelta la campaña fue un verdadero merengue en el que bailaron todos y todas sin abordar seriamente la inmensa problemática nacional pues se recurrió a la banalidad, faltando el respeto a esa población tan decepcionada por los efectos de las componendas de los grupos de poder para destruir todo vestigio de lucha por la transparencia. Ahora, con dos aspirantes en el ruedo, es indispensable que tengamos una campaña limpia que tenga como punto de partida el enfoque de todos los temas que son de interés público y preocupación ciudadana.

Por supuesto que sabemos que es mucho pedir porque si algo muestran muchos políticos en la actualidad es desconocimiento y desinterés por las cosas que preocupan a la población. Pero el resultado electoral deja claro el colapso de un sistema rechazado abrumadoramente por la inmensa mayoría de la población que entiende el efecto pernicioso que tiene la manipulación de la justicia, no solo para garantizar impunidad, sino también para manosear la ley para reprimir a los críticos del modelo político.

Si queremos que venga inversión extranjera y que los guatemaltecos con recursos inviertan su dinero en el país, es indispensable garantizar el imperio de la ley y el rescate del sistema de justicia porque mientras persista el secuestro del mismo, nadie pensará en cómo invertir en el desarrollo humano porque son demasiados los incentivos para robar. Lo hemos visto en los últimos gobiernos y vale la pena destacar el abrumador e indiscutible rechazo de la población a los Morales, encargados de usar la polarización ideológica como instrumento para establecer un régimen de impunidad que llega hasta estos días.

Es momento de abordar los temas cruciales de la patria con seriedad y responsabilidad, porque el guatemalteco volvió a demostrar que aquella Plaza del 2015 no fue una fantasía sino la manifestación del asco que al ciudadano le produce ese burdo y descarado saqueo de las arcas públicas, para llenar maletas y maletas con el dinero mal habido producto de jugosas comisiones.

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