Por: Ángel Elías
El pasado domingo 23 de mayo falleció el escritor y académico guatemalteco Guillermo Paz Cárcamo, en la Ciudad de Guatemala. Él nació en Jalapa en 1938 y desde sus primeros andares por este mundo tuvo una curiosidad insaciable.

Siempre decía que se sentía afortunado por haber vivido esta época porque había visto desde el transporte en bueyes hasta la comunicación por celulares, o sea todo lo que implica los avances tecnológicos vistos desde la década de 1930 hasta nuestros días. Su curiosidad nunca pereció.
Fue uno de los jóvenes revolucionarios que participó en las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) durante la década de 1960 y luego sufrió un largo exilio hasta principios del Siglo XXI. Sociólogo, economista e historiador por vocación. Su vida, luego de su partida de Guatemala, se relacionó con la academia, sin olvidar su espíritu rebelde. Vivió en España, Francia y Costa Rica, en este último desarrolló su carrera profesional dejando un legado importante en la legislación costarricense, a través de sus aportes en la política de aquel país.

Durante su participación en las FAR se acompañó del escritor Marco Antonio Flores, quien luego escribiría la novela Los compañeros. A Paz Cárcamo lo menciona Flores con el sobrenombre de “El Patojo” y quedó inmortalizado de esa manera dentro de una de las novelas guatemaltecas más importantes del Siglo XX.

Al volver a Guatemala, luego de los Acuerdos de Paz continuó con su investigación. Se sumergió en el mundo Maya y gracias a sus escritos, el sitio que se conoció como Mixco Viejo, en el 2012, volvió a su nombre antiguo: Chuwa Nima Ab’äj, acontecimiento único en Guatemala, la recuperación del nombre original del sitio. Gracias a este acto y la enorme empatía hacia los pueblos mayas se ganó un espacio en el corazón del mundo Kaqchikel.

Entre sus publicaciones se pueden mencionar: La máscara de Tekum, Insurrectos, Kaji’ Imox, La visión encomendera de la conquista, Revelaciones, Guatemala, reforma agraria, Kaqchikela, Una patria de propietarios y no de proletarios, entre otras.

Cada uno de sus escritos explica de manera detallada su visión de país. Un intelectual de grandes kilates que en cada intervención que tenía, dejaba un profundo saber.

EL BUEN GUILLE
A Guillermo Paz Cárcamo lo conocí en una entrevista que me cedió para la radio, en el 2006. Desde ese entonces entablamos una profunda amistad, a pesar de la diferencia de edad. Con los años, los devenires del tiempo compartimos charlas, vinos y opiniones, siempre fue una fuente de aprendizaje sin egoísmo alguno. Ahora, al hacer la retrospectiva, me doy cuenta de que, todas las personas que lo conocimos, tenemos grandes recuerdos de su amistad.

Guillermo Paz visitaba San Martín Jiloteque con asiduo, allí reencontró el amor, con su pareja Lily. Las visitas al pueblo se acompañaban del infaltable un pico de gallo y una cerveza. Junto a Miguel Angel, Marcial y Guillermo hacíamos tertulias en las que arreglábamos el mundo.
Es imposible olvidar una de sus grandes frases, un poco entre broma y en serio: El conocimiento no pesa, lo que nos pesa es la ignorancia; y claro que tenía razón. Él ha pasado al terreno de lo espiritual y nosotros nos quedamos recordando a un abuelo que trasciende. Hasta siempre Guillermo, gracias por ese primer libro que me obsequiaste en Café León.

Examen extraordinario, de Juan Villoro

Juan Villoro reconocido por su prosa impecable, nos trae un volumen de cuentos que tienen un afán de oportunidad. Estos buscan un segundo encuentro con el lector. Abordan diferentes conflictos como un mariachi con serios problemas de identidad, riñas entre escritores, correos electrónicos enviados desde planos de la existencia un poco inciertos, la odisea de un padre por atraer la atención de su hija, entre otros. La antología elaborada por el propio autor condensa las técnicas, estrategias y motivos narrativos de una de las trayectorias literarias más destacadas de la actualidad.

Nada es para tanto, todo es permitido, de Oscar de la Borbolla
Óscar de la Borbolla es filósofo y escritor. Su obra son dos novelas que podrían representar al Adán y Eva de la literatura erótica mexicana. Con una prosa deslumbrante y única, narra la subversión de dos jóvenes que se rebelan contra el destino de su origen. Historias independientes que se suman en una lectura continua, porque son hermanas: el sexo, la risa, las escenas extremas y delirantes a que se enfrenta cada personaje, arman un mundo paralelo a la realidad, donde se exhibe México en el estilo de uno de los escritores más interesantes de la literatura actual.

Panthera Leo, de Alicia Molina
Julia pasa por un momento complicado: su mamá y su papá se van tres meses a terminar sus estudios fuera del país y la han encargado con su tía Sofía, por lo que, además de casa, también tendrá que cambiar de escuela. Allí conocerá todo tipo de especímenes, una elefanta protectora, una comprensiva jirafa, algunas cebras obedientes y una tigresa peligrosa con la que deberá enfrentarse en más de una ocasión. Julia deberá sortear muchos obstáculos sola y, en medio de todo, deberá encontrar tiempo para visitar a un amigo muy peculiar: Panthera Leo.

 

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