El elenco de "Sesame Street" durante una celebración por la 50ma temporada del popular programa infantil de la TV. Foto la hora: Richard Termine/HBO/Ap.

Por MARK KENNEDY
NUEVA YORK
Agencia (AP)

Hace cincuenta años, la entrañable actriz y comediante Carol Burnett apareció en la primera transmisión de un programa de televisión estrafalario que incluía a un montón de títeres peludos. La actriz y comediante venía después de un segmento animado de una bruja llamada Wanda, que incluía muchas palabras que empezaban con w.

El programa se llamaba «Sesame Street» y Burnett, al igual que muchos niños, quedó de inmediato enganchada a él. Volvió como invitada en múltiples ocasiones, incluyendo para mostrarle al público de niños en edad preescolar dónde estaba la nariz y cómo besar a un patito de plástico.

Ese primer episodio de «Sesame Street» — que presentaba las letras W, S, y E así como los números 2 y 3 — se transmitió en el otoño boreal de 1969. Era un momento turbulento en Estados Unidos, sacudido por la Guerra de Vietnam y el asesinato del Dr. Martin Luther King acontecido un año antes. Los medios de comunicación, al igual que hoy, atravesaban cambios y disrupción.

Newt Minow, el encargado de la Comisión Federal de Comunicaciones de ese entonces, dijo célebremente que la televisión se estaba convirtiendo en “un gran terreno baldío”. Al igual que ahora había mucho contenido, pero no necesariamente de calidad.

Entonces llegaron los creadores de «Sesame Street» Joan Ganz Cooney y Lloyd Morrisett, que trabajaron con el psicólogo de desarrollo de la Universidad de Harvard Gerald Lesser para crear el enfoque de aprendizaje único del programa que ahora llega a 120 millones de niños. El famoso titiritero Jim Henson se encargó de las criaturas peludas.

Nadie más lo estaba haciendo. La programación infantil estaba compuesta de programas como «Captain Kangaroo», »Romper Room» y las batallas violentas entre «Tom & Jerry». »Mr. Rogers’ Neighborhood» era adorable, pero en general enseñaba habilidades sociales.

El programa fue diseñado por especialistas en educación y psicólogos infantiles con una meta: ayudar a los estudiantes de escasos recursos y pertenecientes a minorías, de entre 2 y 5 años de edad, a superar algunas de las deficiencias que podrían tener al entrar a la primaría, pues desde hacía mucho los sociólogos habían detectado que los niños blancos y de las clases sociales más altas solían llegar mejor preparados.

Así que no fue un accidente que el programa se desarrollara en una calle urbana con un elenco multicultural. La diversidad y la inclusión siempre fueron parte del programa. Monstruos, humanos y animales vivían juntos en armonía.

Bert (Beto), Ernie (Enrique) y la banda dejaron una huella instantánea en la actriz Sonia Manzano. Ella veía un barrio que se parecía al suyo, con gente que lucía como ella. Eventualmente Manzano se unió al elenco del programa, interpretando a María y escribiendo entre 1971 y el 2015, incluso se casó al aire en “Sesame Street”.

Con el paso de los años, «Sesame Street» ha recibido a muchos más. Se convirtió en el primer programa infantil en tener personas con síndrome de Down. Ha tenido títeres con VIH, en adopción, niños invitados en sillas de ruedas, además de lidiar con temas como padres que están en prisión, las personas sin hogar, los derechos de la mujer, las familias militares e incluso niñas que cantan sobre amar su cabello.

El programa presentó al personaje bilingüe de Rosita la primera títere latina en 1991. Julia, un títere de 4 años con autismo, fue presentada en 2017, y este año se ha dado ayuda a niños cuyos padres tienen adicciones o están en recuperación. El programa es tan importante, que PETA pidió recientemente la creación de una marioneta vegana.

Cuando el actor Will Lee, que interpretó al tendero Mr. Hooper, falleció en 1982, el programa habló de la muerte a los niños. Cuando Big Bird perdió su nido por un huracán, la comunidad reconstruyó su casa. Para ayudar a niños afectados por los ataques terroristas del 11 de septiembre, Elmo quedó traumatizado por un incendio en la tienda de Hooper, pero le explicaron que los bomberos estaban ahí para ayudarlo.

El terapeuta Jerry Moe, director nacional del Programa para Niños de Hazelden Betty Ford, celebró al programa por ayudar a los niños a enfrentar situaciones traumáticas como las adicciones, el estrés

La participación de famosos, que comenzó con Burnett y asciende a unos 650, no son únicamente un componente divertido del programa, sino parte de la lección. De Janelle Monae a Sarah Jessica Parker, pasando por Anderson Cooper y Danny DeVito, todos también forman parte de los esfuerzos para atraer a los padres también.

Pero no todos adoran el programa. Hay quienes critican que se den fondos federales a una organización no lucrativa que genera millones de dólares licenciando los derechos de sus personajes para loncheras, juguetes, pañales e incluso comerciales de una compañía de seguros.

Big Bird quedó en medio del debate en 2012 cuando, durante la contienda presidencial, Mitt Romney dijo que retiraría los fondos para la televisión pública. “A mí me encanta Big Bird», respondió el entonces presidente Barack Obama. (En «Saturday Night Live», Big Bird insistió que no quería «nada de pleito”). El gobierno le da cerca de 4% menos de 5 millones de dólares al año al programa en subvenciones.

En 2015, el programa que por años fue de PBS firmó un contrato de cinco años con HBO que le dio al canal de cable premium el derecho a transmitir nuevos episodios nueve meses antes de que lleguen a PBS. Esto llevó a críticas de que Sesame Workshop favoreció a los espectadores que pueden pagar HBO por encima de los que no.

Antes de cada temporada, los educadores y los creadores se preparan para modificar el contenido de acuerdo con las teorías más avanzadas. Antes, por ejemplo, las historias se dividían en segmentos porque en ese entonces se creía que los niños no podrían seguir una historia larga. Resulta que ese no es el caso, y ahora «Sesame Street» presenta historias de 10 minutos.

Sesame Workshop también ha cambiado los episodios de una hora a 30 minutos, y en la actualidad el programa se graba en 4K, pues los creadores saben que la mayoría de los niños los ven en tabletas y celulares.

¿Ha servido todo eso de algo? En 2016, Levine y la economista Melissa Kearney de la Universidad de Maryland realizaron el estudio más citado sobre el impacto de «Sesame Street».

Compararon hogares que veían el programa con aquellos que no y descubrieron que los niños expuestos a «Sesame Street» tenían un 14% más de probabilidades de cursar el grado escolar apropiado para su edad en la secundaria.

Otros programas han durado más, como «Meet the Press» y «The Tonight Show», pero pocos han tenido un impacto cultural tan grande. «Sesame Street» se ve en más de 150 países, ha ganado 193 premios Emmy, 10 premios Grammy y recibirá un premio del Centro Kennedy al mérito artístico en diciembre. Es la primera vez que un programa de televisión recibe esa distinción.

La música siempre ha sido una parte importante del programa y su canción «Rubber Duckie» llegó al puesto 16 de las listas de popularidad de Billboard en 1970. «Sing», que se estrenó en el programa, llegó aún más alto, al tercer puesto de Billboard en 1973, cuando los Carpenters la grabaron.

No todo ha sido perfecto a lo largo de los años. Roosevelt, uno de los primeros títeres, ofendió a muchos con su representación estereotipada del dialecto de la comunidad afroestadounidense. Katy Perry fue criticada por algunos padres por aparecer con muy poca ropa en un episodio de 2010. Y Cookie Monster, ante la epidemia de obesidad, tuvo que moderar su consumo de galletas a “una comida de a veces”.

Pero el programa se mantiene fuerte a pesar de la explosión de opciones baratas en internet, con colores brillantes y canciones como «Baby Shark», que compiten por los ojos de los preescolares. Según un estudio reciente niños tan pequeños como de 2 años pasan tres horas diarias frente a una pantalla.

Artículo anteriorSe lanza un tema inédito de George Michael: “This is how (We want you to get high)”
Artículo siguienteDudamel recuerda sus orígenes entre huapangos y danzón