Por Stephanie Ott
Nueva York
Agencia (dpa)

Decenas de miles de personas pasan a diario por Grand Central, la principal estación de tren de Nueva York, donde desde hace meses se puede rastrear el olor a pollo frito proveniente de un local en el que a veces se puede ver a Lady Gaga. Se trata del Art Bird & Whiskey Bar, donde a la cantante le gusta comer un sándwich de pollo, un gusto que podría deberse a razones familiares: el propietario del lugar es su padre, Joe Germanotta.

Este estadounidense de raíces italianas abrió hace unos meses un local de comida rápida que considera un restaurante con estrella. «La gente me llama ‘Sr. G’ (por Gaga) o ‘papá G’ y quieren hacerse fotos conmigo», dijo Germanotta a dpa. «Es parte del negocio», añadió. Para la inauguración el propietario contó con la presencia de su famosa hija, cuyo nombre real es Stefani Germanotta. La propia Lady Gaga, vestida con una camiseta roja como el resto de empleados, fue la que sirvió las bebidas.

También en Instagram la cantante promociona constantemente el restaurante de su padre. «Gracias a las redes sociales hemos recibido propuestas para abrir locales en otros sitios», cuenta Germanotta, de 61 años.

Fue precisamente su hija quien le presentó a Art Smith, el que fuera el cocinero de la reina de los talkshows Oprah Winfrey. Ambos se unieron en este negocio en la estación de Nueva York. «Art es un chef, yo soy un empresario», explicó el padre de la cantante. «Desde que soy pequeño quise tener un restaurante», agregó Germanotta, quien reconoce que se necesita mucho trabajo y una fuerte inyección de capital.

El alquiler en la estación cuesta 36.000 dólares (unos 31.000 euros) al mes. Para ello hay que vender un montón de bocadillos de pollo, que cuestan entre cinco y 17 dólares cada uno. Se estima que unos 900 kilos de pollo se sirven semanalmente en este local.

En Nueva York no resulta difícil encontrar restaurantes propiedad de celebridades. El icono de Hollywood Robert De Niro, por ejemplo, es el propietario del Tribeca Grill; el cantante estadounidense Justin Timberlake abrió Southern Hospitality, mientras que tras el restaurante coreano «Dō Hwa» figura el director de culto Quentin Tarantino. Pero la fórmula no siempre resulta exitosa. El restaurante del músico Sean Combs, Justin’s, se vio obligado a cerrar sus puertas, como también lo hizo el Nyla, de la cantante pop Britney Spears, al igual que el Fashion Café con inversores conocidos como la modelo Claudia Schiffer.

Para el padre de Lady Gaga no se trata de su primera incursión en el mundo de la gastronomía. Desde 2012 Germanotta es propietario de la tratoría italiana Joanne Trattoria en Manhattan, ubicada a tan sólo unas calles de donde la cantante creció.

El chef Smith es también allí el responsable de la cocina. El restaurante lleva el nombre de la hermana de Germanotta, que murió de joven de una enfermedad autoinmune. También la cantante rindió homenaje hace unos años a su tía al bautizar su quinto álbum de estudio.

«Se trata de un restaurante familiar», dijo Joe Germanotta. En las paredes cuelgan fotos de vacaciones en Italia. Allí se puede ver a menudo a Lady Gaga agitar la coctelera. También su hermana Natali, su madre Cynthia y su abuela Ronnie son clientes asiduas. La atmósfera familiar es una de las razones por la que Justin Crawford acude frecuentemente a este lugar. «El Upper West Side ha cambiado bastante, pero Joanne es una constante que da confianza», afirma este banquero.

Ana Coste lleva el bar y con los años también cuenta con una gran clientela fija. «Es especial cuando en un ciudad de millones de habitantes como Nueva York se crean relaciones personales», dice Coste. Y eso puede derivar en situaciones insospechadas como que en el bar haya una botella con las cenizas de un cliente asiduo que falleció este año: se trata de Dallas Mayr, más conocido como el escritor de terror Jack Ketchum.

El padre de Gaga, además de gestionar restaurantes en Nueva York, también es propietario de restaurantes en la Gran Manzana. Asimismo invirtió en una empresa de marihuana y otra de motos eléctricas. «Tal vez nos expandamos con Art Bird a Europa», dijo el empresario. «La gran afluencia de clientes en los aeropuertos de Heathrow o en Fráncfort sería ideal», añadió.

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