Por Juan Calles

Entrar a la sala de la Universidad Popular, observar las viejas fotos y el telón viejo pero digno, las butacas cansadas, viendo pasar otra década; mientras te preparás para el terremoto emocional. La sala estaba llena, se percibía la excitación de la gente, observaríamos la última presentación de Carazamba, el nombre de la puesta en escena retumbaba como eco de mar en las paredes, aún nadie lo mencionaba pero ya se dejaba escuchar.

Suena la tercera llamada y luego de diez largos segundos las luces se apagan, nos acomodamos en la butacas y abrimos la mente, abrimos las esclusas de los sueños, se abre el telón, el nombre de la mujer-diablo empieza a bramar en las gargantas de los actores y actrices pero también en el centro de nuestro cuerpo, el público se transforma en jalea.

Virgilio Rodríguez Macal escribió la novela en 1950, con ella ganó los premios florales de Quetzaltenango. Intensa, violenta, voluptuosa; la vida de Carazamba es narrada por Rodríguez Macal con impetuosa narrativa. La novela tiene olor a selva, sudor y agua de río.

El montaje a cargo de Estuardo Galdámez como director no resta a la novela, la imaginación y la ilusión se multiplican en cada par de ojos que observan, se emocionan y se alteran con cada escena. El trabajo creativo y actoral de todo el elenco es evidente, los símbolos teatrales, los elementos visuales y auditivos son justos y adecuados. La selva, los ríos, la noche petenera están allí en el escenario palpables y cercanos.

Carazamba está representada solamente; al hablar y al interactuar con el resto de personajes, pero en realidad todos y todas en el escenario son Carazamba, cada uno de ellos le da vida a la mujer que se siente allí presente, en cada escena su figura se acrecienta y agiganta; Carazamba es todo y se deja sentir con un peso amable en el escenario. La compañía de teatro de la UP se convierte en esa inmensa mujer.

Algunos personajes están innecesariamente caricaturizados, como las señoras que lavan en el río, o una mesera en la cantina. El vestuario un tanto descuidado y pobre en detalles, lo que puede ser producto del escaso presupuesto, pero sin justificar la puesta en escena ganaría mucho al poner atención al vestuario que el autor describe profusamente en la novela. Fuera de ello, ésta presentación te deja boquiabierto y regodeando de gusto frente a buenas actuaciones y una escenografía e iluminación llena de creatividad e imaginación.

Se debe resaltar el valor del director al romper los esquemas tradicionales de la UP y montar Carazamba con elementos no tradicionales y fuera de la norma a la que nos acostumbró la UP. Ya es hora de un recambio generacional es esa institución, que ideas nuevas y el nuevo teatro se apoderen del escenario y las presentaciones. Como público deseo que éstas puestas en escena destierren el teatro del Ja-ja y las pobres obras infantiles que allí suelen montar.

Se cierra el telón, el nombre de Carazamba empieza a diluirse en las orejas de los que allí empezamos a aterrizar; hay luz de sueño, hay sonidos envolventes, no quiero salir de la selva, no quiero dejar que Carazamba se vaya, los actores y actrices saludan y agradecen al público, se ven felices, me han hecho sentir su felicidad, ellos y ellas hoy han hecho teatro, nos han hecho vivir el teatro; GRACIAS.

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