Por Danilo Lara

Hoy que LA GUERRA DE LAS GALAXIAS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA se estrenó a la medianoche, el centro comercial estaba lleno de personas vestidas o disfrazadas de algo de la saga. Habían adultos, viejos fans supongo, pero también un montón de nenes. No existe una serie de películas con un lenguaje propio tan clavado en la cultura, y es que, entre otros aciertos, los trajes de Star Wars siempre son tan cool.

_Cul24_1AClaro, también está lo de la nostalgia. Todos los doncitos como yo sentimos nostalgia por Star Wars. En parte porque la trilogía original, o al menos las dos primeras licas, fueron grandiosas. Pero también porque nos recuerdan un momento más simple, despreocupado y alegre de nuestras vidas. Es como el cariño que yo le tengo a Vanilla Ice. No por su calidad musical—que objetivamente era basura—sino porque su música me traslada a una época en la que mi preocupación principal era si le pedía a mi papá el G.I. Joe del lanzallamas o el que trae un cocodrilo, y no si el sueldo del mes me va a aguantar para cambiarle los cargadores al carro o si lo dejo así, a riesgo que se le friegue algo más.

El punto es que nada puede competir con las cosas que valoramos con nostalgia y apego, porque siempre las impregnamos de memorias bonitas. Como dijo Yoda: el apego a los celos conduce…

Así que, la misión de este nuevo episodio, era darnos a los doncitos apegados las cosas que amamos (los personajes de antes, aquellas naves, las frases chileras acerca de La Fuerza, los piu-piu de los lásers, etc.), pero también presentarle a los más chavitos un nuevo y emocionante universo poblado de personajes entrañables.

Episodio VII logra ambas. Por una parte mima a los fans de antaño—me dio gusto volver a ver a Han Solo siendo ese compa trancero que te dice “mano, para qué vamos a ir a gastar tantas varas al Centro. Nel hombre, yo tengo un cuate que tiene un barcito en la San Juan y a Q12 nos deja los litros con todo y manías”, y siempre termina siendo un lugar de gente turbia—.

Pero también la película consigue ir dejando las raíces de historieta pulp, con algunas fantasías colonialistas, de los episodios originales y las aburridas tramas de burocracia política de las precuelas. Lo nuevo tiene algunos tintes de saga distópica juvenil con ansiedades post 911.

Por ejemplo, ahora el Imperio, o Primera Orden, muestra rasgos más crueles y menos caricaturescos. Me encantó la idea de que el aspecto militar del Lado Oscuro ahora parece tener más importancia. Honestamente, siempre me ha parecido que el Imperio esparciría la maldad por las galaxias, de manera más eficiente, sin un fanático religioso vestido de negro enviando flotillas completas para capturar a cuatro chatos y ahorcando a sus propios empleados. Tal vez la rebelión jamás habría triunfado si, en lugar de torturar a sus colaboradores usando la mente, Vader les hubiera organizado un su buen convivio con rolas de Olga Tañón y pierna horneada.

En fin, EL DESPERTAR DE LA FUERZA es una muy buena lica de acción que, para mi gusto, se ubica solo abajito de UNA NUEVA ESPERANZA y de EL IMPERIO CONTRAATACA entre las mejores películas de Star Wars.

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