Alfonso Mata

La mujer en clara desventaja
Ya se está claro: Las mujeres y los hombres están expuestos de manera diferente a los factores de riesgo para la salud causados, o aumentados, por Covid-19. Las mujeres corren un mayor riesgo de exposición directa al virus debido a su sobrerrepresentación laboral en el sector de la salud y los servicios, pero también, en otros lugares. La cuarentena, el aislamiento, el desempleo, la inseguridad financiera, la violencia y el frágil equilibrio entre el trabajo y la familia son factores de riesgo para la salud asociados con Covid-19. Como ya hemos señalado en otros artículos, en toda epidemia o pandemia los esfuerzos de contención que realizan las autoridades a menudo desvían recursos de los servicios de salud ordinarios, y exacerban la falta de acceso a los servicios cosa que afecta más a la población en riesgo como son los niños y las mujeres.

Un grupo de gran riesgo en las pandemias infecciosas como la del coronavirus, son las mujeres trabajadoras, muchas de ellas madres solteras y ellas y sus hijos, expuestas a mayor al contagio y a pérdida de trabajo y otras condiciones sociales que las pone en clara desventaja.

El actual gobierno ante esa situación, como se dice “ni pillo ha dicho” ni hay un plan conocido para atender las necesidades inmediatas de estas mujeres en primera fila. Y la iniciativa privada ¿qué dice, y los hogares que utilizan el servicio de trabajadoras domésticas que hacen? Todos decimos que la mujer es imprescindible en la lucha contra la pandemia pero qué les proporcionamos a ellas para protegerlas algo: nada.

Las amas de casa no cantan tan poco mejor las rancheras, han pasado a ser, médicos, enfermeras, maestras, cuidadoras de tercera edad, muchas de ellas proveedoras y además víctimas.

Digámoslo con claridad: Mayor desigualdad para la salud, no puede existir.

Y entonces ¿con qué nos encontramos?
Podemos resumirlo en tres puntos: violencia doméstica, violencia laboral (o acaso no lo es que no se les proporcione las mínimas normas de seguridad), violencia de aislamiento, violencia en acceso a los servicios, violencia económica (sin posibilidad de restituir su sustento de vida)

¡No exageres! Claro que no exagero. Las experiencias recientes y documentadas de Europa, Asia, revelan que lo que afirmamos arriba es cierto y algo más, muchas de ellas señalan desigualdades e inequidades relacionadas con acceso a servicios, medicamentos, asistencia económica, relacionadas con, como señalan varios estudios: la raza, el género y estatus migratorio, que conducen a una mayor desigualdad, alejan a las personas de los servicios que necesitan, exacerban estereotipos y dificultan su integración socioeconómica en las comunidades de acogida

Como bien señala ONU-mujeres es necesario que los gobiernos trabajen en asegurar la dimensión de género en la respuesta. Eso “requiere destinar recursos suficientes para responder a las necesidades de las mujeres y niñas” en estos momentos la respuesta de nuestro gobierno a tal mandato no ha existido. Tampoco la protección laboral de las que están prestando servicio de todo tipo social ante la pandemia.

Acaso contamos con algo
No podemos argumentar ignorancia por n hacer nada. Se pueden consultar cientos de estudios y recomendaciones que básicamente se enfocan a lo que no hemos hecho “ a coordinar, planificar, ejecutar, supervisar y evaluar una serie de medidas básicas para la prevención y la mitigación de la desigualdad y violencia de género (VG) en todos los sectores de la respuesta humanitaria”.

Igualmente se ha establecido las directrices en la ejecución de actividad de integración de intervenciones en tales situaciones enfocándose la mayoría de veces en tres aspectos: 1ª Reducir el riesgo de desigualdad en la salud y violencia de género, mediante la aplicación de estrategias de prevención y mitigación desde la fase de precrisis hasta la fase de recuperación de la acción humanitaria. 2ª Promover la resiliencia mediante el fortalecimiento de los sistemas nacionales y comunitarios de prevención y mitigación de desigualdades y la Violencia de género, así como a través de la atención y el apoyo especializados a los sobrevivientes y a quienes están en una situación de riesgo. 3ª Impulsar la recuperación de las comunidades y las sociedades, con apoyo a la capacidad local y nacional para crear soluciones duraderas al problema de la desigualdad en salud y Violencia de genero. Todo ello considerando al menos seis ejes temáticos: salud, justicia, trabajo, protección a la infancia, medios de subsistencia, seguridad alimentaria. Todos ellos integrados.

Es triste que existiendo tanto material al respecto no exista una sola corporación municipal, mucho menos programa nacional que se esté implementando al respecto.

Qué podemos hacer
Hay un punto claro en el problema actual que se manifiesta tanto en la planificación como en la ejecución de acciones dentro de la pandemia actual. Es más que evidente la falta de un liderazgo político adecuado en el plan nacional, regional e internacional para la preparación, respuesta y recuperación ante las crisis sanitaria que se vive y para el caso, es de esperar en futuro cercano un deterioro político y social ante la falsa de aplicación de respuestas eficaces y oportunas, una crisis social y económica que no tiene previsiones al respecto y que nos afectará a todos. La experiencia acumulada en estos 120 días de acción antipandémica en el sector salud, es clara en mostrar que los intentos de reformar la estructura sanitaria se han estancado o han fracasado, debido a la falta de apoyo y fortaleza política, con resultados calamitosos, que pudieron evitarse como es la muerte e infección de mucho del personal sanitario.

Es importante destacar la inexistencia y carencia de mensajes claros a la sociedad y las mujeres, para el abordaje a las necesidades de su problemática en sus diferentes roles, especialmente la información sobre promoción, prevención, mitigación e higiene. La falta de interés gubernamental en apoyo a las organizaciones de mujeres a nivel comunitario, para garantizar que los mensajes sobre estrategias de prevención y respuesta lleguen a todas las mujeres. Así mismo, nada se ha hecho para aumentar sus capacidades para desarrollar estrategias, aprovechar canales alternativos de comunicación y mejorar la identificación y apoyo a nivel comunitario en casos de violencia contra las mujeres.

Elemento clave también es asegurar la continuidad de servicios esenciales para responder a la necesidad de salud y desarrollar nuevas modalidades de brindar servicios, en el contexto actual y aumentar el apoyo a organizaciones especializadas de mujeres para brindar servicios de apoyo a nivel local y territorial.

Por todo lo anterior, parece esencial considerar la experiencia de género de Covid-19 en la investigación sobre las consecuencias para la salud de esta pandemia. Ese trabajo debe anclarse en el paradigma de los determinantes sociales de la salud y las desigualdades en salud.

En resumen: el confinamiento, la flexibilidad en el lugar de trabajo de horarios, turnos, el cierre de empresas, el cuidado de niños, el confinamiento y la elección de servicios esenciales configuran las limitaciones que los hombres y las mujeres enfrentan a diario que se traduce en un aumento de la carga doméstica y el conflicto trabajo-familia entre las mujeres. Los cierres o el acceso limitado a la atención infantil y materna, también imponen restricciones significativas. El gobierno debe instituir un plan ya sobre cómo atender esos problemas y establecer e implementar políticas diferenciadas al respecto.

Referencias
1. Directrices para integración de las intervenciones contra Violencia de Género en la Acción Humanitaria: Seguridad Alimentaria y Agricultura.
2. UNGA A/70/723. Proteger a la humanidad de futuras crisis sanitarias: Informe del Grupo de Alto Nivel sobre la Respuesta Mundial a las Crisis Sanitarias.
3. Measure Evaluation. (2017). The Importance of Gender in Emerging Infectious Diseases Data.
4. IASC. (2017). Manual de Género para la Acción Humanitaria.

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