Muerte por Covid. Foto Cortesía.

Alfonso Mata

En reuniones virtuales con personas seleccionadas al azar, realizamos entrevistas informales sobre Covid y muerte. A continuación algunos resultados de ese ejercicio que dejo a su consideración.

El pensamiento de la muerte en el 75% de los hombres y por encima del 50% de las mujeres, no rondaba por sus cabezas como consecuencia del Covid-19 y la mayoría consideraba que su vida estaba llena de vicisitudes, pérdidas y problemas por la pandemia y alrededor del 7%, independiente del género, había perdido un familiar por esta causa.

Las respuestas a este ejercicio fueron variadas, pero todo apunta a que en muchos existe un sentimiento que la muerte por Covid no es parte importante del hoy de su vida. A los participantes no les pesaba más la muerte por Covid que por otros motivos y menos tenían consciencia, que a través de ciertas prácticas pudieran causar la muerte propia o de otros. Afirman algunos que la conciencia a menudo castiga a una persona con más fuerza que el Covid; la conciencia confirma si sí o no, la muerte es posible –sostienen muchos. Por otro lado, los entrevistados no sienten  que sus actos (incumplimientos sanitarios o de distanciamiento) puedan llevar a la muerte a otro “no puedo ser el responsable”. En la reunión no se preguntaba ni nombre, ni edad, ni lugar de vida o trabajo u otra característica, solo sobre sus impresiones de la muerte relacionada con el Covid-19.

Un entrevistado hombre, que había estado en tratamiento intensivo por Covid-19 contó “pude experimentar una muerte clínica” así me lo dijo mi doctor. Mi alma abandonó su cuerpo y se sorprendió al observar todo a su alrededor. Estaba consciente que seguía siendo la misma persona. Al mismo tiempo resaltó, que ese mundo es completamente diferente; que le era imposible describirlo por sus pensamientos o experiencias; que le parecía que la vida en la tierra era demasiado áspera, confusa, tonta, sin sentido. Pero el descubrimiento más importante que le conmocionó fue que en ese mundo era imposible ocultar su contenido interior, la verdadera esencia de lo que era; que en pocas palabras, le era imposible esconderse tras una especie de máscara, hacer un papel, retratarse como alguien que no era. Que amargo le fue admitir que su alma estaba toda estropeada como un espejo viejo y manchado. Al final, explicó, la experiencia que tuve de la muerte, se convirtió en tal amonestación, que me cambió y creo que ahora mi obligación es revelarme a mí mismo; mi alma me ha liberado del miedo a la muerte y la puedo ponerla a mi lado.

La conclusión de los temerosos a morir por Covid-19 (menos de la mitad de los participantes) fue simple: “Probablemente, una persona no comprenderá que tendrá que ser responsable de todo hasta que se produzca una sacudida grave en su vida”. Otros opinaron: “La muerte como parte nuestra, es un asumir responsabilidades y la gente no la asume con la Covid-19, ni ante su prójimo ni siquiera su familia”. Y algunos, no los menos “Todos recibimos  nuestras propias  amonestaciones de la autoridad o de  Dios; todos oímos repicar campanas pero no sabemos por qué, pues lo que nos pone en frente la vida es muy duro”.

Los envalentonados por su parte afirman: “El temor que nos han querido meter es pura mentira, no existe ni Covid-19, ni virus, lo que quiere el gobierno es meternos miedo para cometer sus fechorías”;  eso pensaba el 19% de los y las participantes.

Algunos se expresaron religiosos y dijeron de su percepción de la muerte por Covid: “este es un momento en que se revela  quiénes somos en relación con el prójimo y con Dios, con todo lo que nos rodea; en que se revela toda nuestro interior, nuestra inclinación hacia el bien o el mal, lo que se nos ha vuelto más familiar, lo que hemos asimilado a nosotros mismos, lo que llevamos dentro de nosotros mismos”.

Las circunstancias actuales que vive cada uno y su relación con la importancia de morir por Covid, la ven así muchos de ellos: “los pensamientos, sentimientos, deseos que anidan en mí en estos momentos, los temores que vivo, malestares, dolores, preocupaciones que tengo, son muchos y más graves que el temor al Covid-19 que poco puede matarme”. Otros piensan que sus angustias van por otro lado y “así que no tengo espacio para pensar en que un virus puede acabar con mi vida y finalmente hay quienes afirman que: “para eso estoy con el Señor y por eso no temo al Covid”.

Para algunos, el pensamiento de la muerte solo es para gente insatisfecha y pecadora. Casi todos mencionaban “todos sabemos que algún día definitivamente se irá uno de aquí” y añadían algunos: “es más peligrosa la calle; el virus más asusta que mata”. Algunos que manifestaron su edad superando los 50, en su mayor parte dejaron entrever no temer a la muerte sea por lo que sea, especialmente los que afirman haberse visto ya expuestos a accidentes o enfermedades mortales.

Único resultó lo relatado por una mujer:  ¡lo de menos es la muerte por Covid!» -. De hecho, pocos mueren. Lo más temible del Covid acá donde yo vivo, es que rompió con matrimonios, los  hijos se han salido de las manos, los maridos desaparecen misteriosamente por días u horas. Para mí, solo mi trabajo en la maquila es reconfortante, pues mi marido se dedicaba a chupar y ¡cuántas veces le dije que buscara una razón por la que vivir!, ¡pero no! no la pudo encontrar y al final, se infectó y murió. Para mí, una liberación fue su muerte.

Otras personas  se entretuvieron filosofando sobre la vida: ¿Qué se necesita para vivir de manera significativa? Y muchos respondieron “es por eso que voy a la iglesia, bueno, sí, me siento bien ahí, tranquilo”. Pero para otros la lejanía de su religión les molestaba “cuando el servicio ha terminado, y regreso, vuelvo a sufrir de soledad y melancolía incomprensible”. Otros externaban su fe más o menos en estos términos “No necesitas preocuparte por nada, ve al servicio y ora a Dios. Me encanta leer los Salmos, ahí encuentra respuesta mi espíritu, cuando él se desanima. Hay que estar más en Dios y no pensar en el Covid ni en otras cosas que solo atemorizan”.

Al final algunos resumieron el ejercicio: “La muerte es única, pero ¡cuántas formas de verla hay! Sucede al igual que con la vida”. “La belleza de la vida, no la tenemos en alta estima, la mayoría se ríe y humilla a quienes la valoran, solo le ven el lado material, cuando son múltiples las formas posibles de darle y de ir en busca de la muerte”. “A mi entender, este ejercicio, lo que genera es entender que existe una forma de vivir la muerte”. “¿Seremos capaces de comprender esto en nuestras mentes? Se preguntaban algunos. “Alrededor del mundo antes de la pandemia bramaba el mar de la vida, ahora le toca a la muerte”. “Ahora cada uno inventa su propia verdad, no vale la comprensión del otro, por eso no nos ayudamos y la muerte impera”. “Las contradicciones y diversidades sobre la muerte vienen porque en la terrible oscuridad de los engaños humanos, vivimos permanentemente en tenebrosos sobre ella”.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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