Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

post author

Sandra Xinico Batz

El extractivismo devasta el medio ambiente, los efectos de esta lo asumen los pueblos originarios, cuyos territorios han sido despojados e invadidos por megaproyectos, que además de acosar a las comunidades, han destruido el entorno natural. Sumado a esto, el narcotráfico y sus implicaciones en la deforestación. Se habla de los efectos de un desastre “natural” para omitir que, lo que estamos viviendo en realidad, son las consecuencias de un modelo político y económico controlado por criminales, cuya riqueza se ha forjado a través de la explotación, la esclavitud y el saqueo; es en manos de estos que se encuentra el Estado.

Este modelo político y económico se forjó desde el racismo, irguiendo una ciudadanía que no solo no tuvo en cuenta a los pueblos originarios, sino que se construyó en detrimento nuestro, ya que se basa en una idea de nación jerarquizada, en la que la vida de las personas no tienen el mismo valor, porque unas vidas valen más que otras, porque unas nacieron para generar y trabajar la riqueza y otras para concentrarla y manejarla, convirtiendo eso en una norma “natural” que se ha repetido generación tras generación; esta ha sido la dinámica del Estado desde su fundación en estos territorios.

Son los grupos históricamente empobrecidos y excluidos los que pagan las consecuencias de este modelo, son también los que lo sostienen financieramente, con sus impuestos y con su trabajo, a pesar de esto nunca recibirán bienestar de quienes juraron proteger sus vidas, ya que el desprecio hacia estos grupos sociales define las relaciones sociales en este país, uno que es muy rico al mismo tiempo que es tan pobre, donde las niñas, los niños mueren de hambre en brazos de sus madres y padres. Han hecho de Guatemala un país invivible para las mayorías.

Si no construimos un modelo político diferente, lo único que cambiará son los rostros, porque los poderosos se blindan y cuando les conviene hacen creer a la población que pueden “poner” o “quitar” presidentes, cuando en realidad el poder sigue y seguirá concentrado en las manos de esos ricos “invisibles” que hasta ahora son intocables. Ninguno de estos ricos está o ha estado en prisión a pesar de desfalcar millonariamente al Estado o a pesar de habérsele comprobado delitos; las leyes funcionan para quienes las financian.

La historia se vuelve a repetir, por esto es tan necesario el pensamiento crítico, para tener la capacidad de leer entre líneas, de ir más allá de lo que quieren que veamos y pretenden que terminemos creyendo. El gobierno es el rostro visible de quienes controlan el país, lo cual quiere decir que en Guatemala no gobierna el presidente, así como la ciudadanía realmente no elige a los presidentes.

Necesitamos dirigir la mirada hacia quienes realmente tienen el poder en sus manos y lo controlan, porque estos, los que ahora son intocables, son los verdaderos responsables de la miseria, los que con toda impunidad nos matan, de hambre y de pobreza. ¡Qué no nos engañen!

Artículo anterior19 de noviembre Día Internacional del Hombre
Artículo siguienteLos retos de Molina Barreto en la CC