Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Desde hace 7 meses, las sociedades tiemblan, se quiebran y toman conciencia: unas más otras menos de que estamos siendo juguete de elementos naturales como es el intercambio de información de la vida, que supera nuestras libertades individuales y grupales y nuestro desarrollo humano. Es más que evidente, que la crisis presente provocada por una partícula genética (que denominamos SARCoV-2) parte de la biosfera, desborda por mucho los factores económicos y políticos e incluso científicos y tecnológicos, que parecieran haber provocado en buena parte los sucesos actuales que le dan vida a esa partícula. Estamos tratando de montar o reajustar en este momento, un proceso social y económico para cambiar un plan general de nuestro planeta como totalidad. Lo que padecemos en este momento: pandemia, epidemia, endemia, cambios climáticos y terrestres, no son acontecimientos desligados, son acontecimientos ligados a la y con la evolución terrestre y humana de la vida en general, de la cual formamos parte y que es mayor que nosotros y que nos ha arrastra, fruto de nuestra irresponsabilidad e ignorancia, a un manejo aun a ciegas de lo que nos corresponde hacer a favor de una evolución humana y en parte de la ignorancia que tenemos sobre la propia evolución del planeta y de la vida terrestre.

Para una buena parte de la humanidad, especialmente la que desarrolla su vida en las áreas urbanas, los acontecimientos en los campos praderas y montes se presenta en su diario vivir como un elemento despreciable e insignificante ante la problemática que tiene y le crea su vida de Ciudad y a la inversa piensa el hombre de campo. Entonces se vuelve más que evidente que al menos dos grandes grupos de la humanidad, parecen variar mucho entre sí en su apreciación a la vida y en cómo vivir. Este contraste en modos y estilos de vida, sueños e intereses, a pesar de conocerse de su existencia, gobierno tras gobierno obvian interés genuino de atender las variaciones asombrosas de intereses necesidades y problemas que se derivan de esos dos modos de vida y se decanta por envolverse en una atención desigual y producción de inequidad de todo tipo, que afecta negativamente a una cantidad nada despreciable de seres humanos, sumiéndoles en estancos de todo tipo de pobreza y generando en lugar de una nación, islotes socio-ambientales y económicos enfrentados unos a otros de lo que resulta un espectáculo realmente aplastante y degenerado si lo pensamos en términos de desarrollo humano. Ante ello se pierde la cooperación y se deja de atender la pregunta respecto a ¿Cuál es el lugar la significación y la importancia que puede tener cada grupo dentro de un concepto tan abstracto como es el de nación? ¿Cuál es mi sitio y el de mi grupo y hacia dónde apunta dentro de ese plan de nación? Esa indeterminación existencial, reduce la vida de una vasta mayoría a algo tan desesperante como la sobrevivencia.

Hay dos cosas que quedan de esta experiencia en muchos como tarea al futuro: cuando trabajamos juntos, podemos transformar la atención en respuesta a cualquier amenaza; y cuán impredecible y frágil es la vida.

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