Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Adrián Zapata

En un Comunicado de Prensa que Alejandro Sinibaldi emitió con ocasión de su captura dijo, entre otras cosas, “… he tomado la decisión de enfrentar voluntariamente este proceso para que se conozca toda la verdad que impera en el Estado y que lo tiene cooptado por intereses particulares desde sus mismas estructuras.”. En declaraciones a los medios, el detenido ratificó esta intención.

Lo de entrega voluntaria es un chiste. Pero el ofrecimiento de decir la verdad sobre la cooptación del estado es de gran importancia.

El ex Comisionado de la CICIG, Don Iván Velásquez, advirtió en su cuenta de twitter, refiriéndose al ofrecimiento de Sinibaldi de contribuir para que se conozca la verdad, que “… si su actitud es honesta, Guatemala estará ante un escenario similar a 2015”. Y él, sin duda, sabe de lo que está hablando.

Muchos de los comentarios suscitados por las declaraciones de Sinibaldi, se han referido a la angustia que han de sentir aquellos que tienen la cola machucada y sabrán que él los puede delatar.

Pero, a mi juicio, lo trascendental que se deriva de este episodio es mucho más profundo que ese pánico. Debería ser una reflexión sobre la cooptación del Estado, ya que existe el riesgo de acotar el problema de dicha cooptación a la conducta de los políticos corruptos.

Ahora bien, sin caer en la trampa de sub estimar la tremenda responsabilidad que pueda tener el ex Ministro en las atrocidades que se han denunciado, sus ofrecidos cantos, si lo llega realmente a entonar, deberían producir una reflexión sobre la responsabilidad del “mercado”, en este caso de los actores empresariales, en la plaga de corrupción que no da tregua y en la cooptación del Estado ya referida.

Por eso, cuando Sinibaldi dice que los Ministros son “aves de paso”, tiene toda la razón, aunque es justo decir que los funcionarios que se corrompen efectivamente son aves, pero carroñeras. Las redes criminales que cooptan al Estado son estructurales y permanentes.

Los empresarios suelen caracterizarse como víctimas de la corrupción, que los extorsiona, conductas perversas que seguramente existen. Pero construir estructuras corruptas dentro del mismo Estado para cooptarlo desde adentro y hacerlo responder a los intereses de los poderes paralelos a los que sirven, eso es otra cosa. Allí está la verdadera raíz de la corrupción estructural.

Y los ejecutores de esta pérfida práctica son las grandes empresas mafiosas, con suficientes recursos de todo tipo. Ellas son las responsables de institucionalizar la corrupción, controlando el Estado desde adentro. La construcción de infraestructura, especialmente vial, es uno de los ámbitos más apetecibles por esos poderes paralelos. Aunque también hay otros, los fármacos, por ejemplo.

Esta es una reflexión que debería acompañar los cantos de Sinibaldi, si se producen. La principal fuente de la corrupción estructural no está en el ejercicio de la función pública, aunque sin duda tiene responsabilidad. Es el mercado desprovisto de la ética y la avidez sin límite de los empresarios mafiosos, nacionales y/o transnacionales.

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