Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Ayer, al ser requerido por nuestra reportera para que se pronunciara respecto a lo publicado por la FECI de comunicaciones telefónicas suyas con el prisionero Gustavo Alejos, Felipe Alejos le dijo que no daba declaraciones a medios embarrados en la corrupción y que hasta que La Hora no conteste sobre las actividades de lavado de dinero de la familia Marroquín y de la plaza fantasma de José Carlos “nosotros (me imagino que se refiere a todos los del pacto de corruptos) no daremos declaraciones”’, agregando que “solo demuestran que utilizan su medio con fines políticos y para traficar influencias, lograron beneficiar al nieto de Oscar Clemente para no ir a la cárcel, por su relación con la ex fiscal.”

Todo eso, textualmente, lo dijeron en un video anónimo en enero que luego fue borrado de Facebook cuando se inició la investigación para determinar quién era responsable. Ahora, que con nombre y apellido y desde el chat de su teléfono, Felipe Alejos hizo ese señalamiento, le respondo que fuera de él nadie ha acusado a mi familia de lavado de dinero, crimen que ahora él deberá probar. La única vez que lavé dinero fue en estos encierros cuando se me olvidó sacar un billete de a 20 quetzales de mi pantalón y lo metí a la lavadora, pero seguro que él no se refería a eso. En cuanto a la supuesta plaza fantasma de mi hijo José Carlos, él fue asesor del Ministerio Público y su sueldo era pagado por el Banco Interamericano de Desarrollo en un programa de apoyo a esa entidad y cada desembolso fue contra resultados contenidos en los informes que él tenía que hacer al BID. Claro que fue una pieza clave en la lucha contra la corrupción y por supuesto que eso arde, y mucho, a todos los pícaros como ese diputadito que ha llevado la figura de los miembros del Congreso a los peores niveles imaginables.

En el caso de mi nieto él fue procesado y condenado por el disparo de arma en el colegio donde estudiaba. Enfrentó la acusación y admitió sin chistar los cargos, como está asentado en las constancias procesales, sin buscar excusas de ninguna clase. Ni siquiera argumentó los problemas que había sufrido en el colegio y que fueron apañados por maestros y directores. La sentencia dictada a quien era menor de edad en ese procedimiento abreviado fue cumplida a cabalidad y no hubo ningún beneficio y el Ministerio Público hizo su trabajo presentando la acusación.

Todo eso lo ha venido difundiendo Alejos de forma cobarde en diferentes anónimos, pero ayer se quitó la careta y usó el mismo teléfono que le servía para sus comunicaciones con su lejano pero muy útil y conveniente pariente. Con gusto podemos iniciar una discusión sobre familias corruptas y tenemos los elementos para decirle que hay familiares más cercanos suyos que deberán prepararse para una complicada defensa. Y no digamos si nos remontamos a la historia para demostrar que no es primera vez que nuestro raquítico Estado es ordeñado por la estirpe.

Lea: Felipe Alejos contesta con narrativa de video anónimo publicado en enero

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