David Barrientos

napo10211@gmail.com

Guatemalteco con educación para el análisis de coyuntura, administración, dirección, alta gestión y coordinación de proyectos de seguridad, defensa, logística y manejo de crisis, con experiencias en el liderazgo de grandes unidades militares e interinstitucionales, actualmente consultor independiente y doctorando en ciencias sociales.

post author

David Napoleón Barrientos Girón
napo102@hotmail.com

Para reducir los niveles de polarización y confusión en la sociedad guatemalteca se requiere de pensamiento crítico, que significa no aceptar ciegamente la opinión del grupo social al que pertenecemos y nos sentimos cómodos, debemos enriquecernos con información diversa, que mejore nuestro proceso analítico y nos permita desarrollar ideas individuales y colectivas debidamente consensuadas. Desafortunadamente las corrientes de tipo político, ideológico y religioso, además de los prejuicios a los que nos vemos sometidos y los intereses corporativos y mercantilistas, nos oscurecen constantemente el razonamiento objetivo, y nos condiciona ser sociedades sin creatividad porque en nuestra educación son mínimas las oportunidades para construir pensamiento crítico, que se sostiene en cualquier contexto; por el contrario, constantemente estamos sometidos al dilema ético de escoger entre el mal menor.

Dentro de los enemigos del pensamiento crítico podemos encontrar los siguientes: La idea que todo tiene que ser ¿Blanco o negro? ¿Izquierda o derecha? Las creencias limitantes de: así es la vida, siempre lo he hecho así. La necesidad de aprobación de grupo o miedo al rechazo. Los intereses detrás de los medios de comunicación. La dependencia de las redes sociales. Los ordenadores, entre otros.

Es común escuchar que los guatemaltecos necesitamos un proceso de consenso, que genere un pacto o un acuerdo, pero queremos lograrlo sin pasar primero por el disenso, lo cual es imposible; sin capacidad de adoptar posiciones independientes sostenidas, no se puede construir una democracia participativa. Cuando actuamos de manera casi ciega, sin información confiable, como las fake news y respaldamos una posición de grupo, sin recapacitar e incluir nuestro razonamiento individual, estamos actuando de manera autómata y teledirigida por las redes, nos hace parte de la gran mayoría que no acude al pensamiento crítico y nos acerca a decisiones radicales o extremas, empujadas por intereses de determinados grupos que si saben a dónde van, alejándonos de posiciones razonadas y consensuadas, que nos conducen a la confrontación de intereses que no buscan el bien común, y que al final de cuentas nos mantienen tutelados, en lugar de buscar el consenso nacional.

Ante la actual crisis política prolongada, los guatemaltecos debiéramos generar un ambiente de diálogo sensato, donde prevalezca el pensamiento crítico, que nos permita adquirir capacidades de discernimiento, para identificar la desinformación que nos polariza y fomentar el disenso responsable, facilitar procesos de dialogo que faciliten la construcción de consensos, para la elaboración de propuestas de unidad nacional, que permita insertarnos en la globalización de la economía y en un nuevo orden geopolítico y geoestratégico, en el contexto del Triángulo Norte de América Central, no solo como el patio trasero de Norteamérica, sino potencializarlo como una plataforma interamericana, llena de oportunidades para nuestros descendientes, espacio geográfico con variados recursos desaprovechados para el beneficio común.

La afrenta parece ser la identificación de la receta; donde surgen dudas como: ¿quién tiene la credibilidad para proponerla? ¿Cuál es la instancia para convocar para su elaboración? porque la organización actual, incluyendo la estatal, social, sociedad civil, empresarial y los esfuerzos de organizaciones planetarias no han sido capaces de hacerla.

¿Sera una Asamblea Nacional Constituyente un mecanismo adecuado para esta afrenta? o ¿Aún no hay condiciones para tal instancia? solo su pensamiento crítico le puede dar la respuesta.

Artículo anterior¿Y el abogado de los niños?
Artículo siguienteCarta a don Luis Arreaga, Embajador de Estados Unidos de América