La figura del Recaudador de Impuestos es recurrente en el Nuevo Testamento y los hay desde los corruptos hasta los que terminaron convirtiéndose y fueron parte de los discípulos de Jesús. El mismo Cristo había sido claro respecto al pago de impuestos cuando dijo que hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, enseñanza que puede resultar incómoda para algunos, pero que es una de las lecciones a las que tenemos que poner atención.

Viene a cuento lo anterior porque ayer el “jefe de los Recaudadores de Impuestos”, como llamaría el Evangelio al Superintendente de Administración Tributaria, comentó que están recibiendo colaboración de muchas embajadas y organismos internacionales para regularizar la situación de los guatemaltecos que trabajan con ellos a fin de que se pongan al día con el pago de sus impuestos, pero destacó la notable excepción del enviado del Papa Francisco a Guatemala, el intocable Nuncio Apostólico, quien ha dicho que considera un insulto a su alta y cuasi divina investidura que la SAT le ande pidiendo informes. Impensable que un pecador Recaudador de Impuestos se atreva a dirigirse siquiera a un prelado que, como todo fariseo, se considera más allá del bien y del mal.

Por supuesto que la Conferencia Episcopal va a amenazar a Solórzano Foppa con iniciarle un proceso para que no quede impune la acción de evidenciar de qué calaña es el Nuncio, tal y como lo hicieron con La Hora. Y como El Vaticano no se da por enterado de las andanzas de su Embajador en Guatemala, pues éste sigue siendo objeto de las chaqueteras actitudes de obispos que esperan de él una recomendación para que los saque de una diócesis que les queda pequeña de acuerdo a la idea que tienen de sí mismos, haciendo gala por cierto de la humildad que se espera de todos los hijos de Dios.

¿A cuenta de qué un Recaudador de Impuestos se atreve a dirigirse al Nuncio de Su Santidad para pedirle informes sobre los guatemaltecos que trabajan en la Nunciatura? ¿No se habrá dado cuenta que él y todos los fariseos se codean con los meros jefes, aunque sean enormes monumentos a la corrupción?

El titular de la SAT se expone a pena eclesiástica cuando públicamente se refirió a los mensajes que ha intercambiado con el intocable Nuncio que manda por un tubo todo lo que el Papa Francisco ha dicho sobre la corrupción porque él, de manera explícita y notoria, arropa a los corruptos.

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