Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

La pregunta que nos hacemos los guatemaltecos es ¿será que “mientras no haya pisto” no vamos a poder disfrutar siquiera de un poco de seguridad? Como esa es la respuesta que nuestro Presidente tiene en la punta de la lengua, como si todos fuéramos caídos del tapanco, para no darnos cuenta que sí ha habido pisto para autorrecetarse una ilegal bonificación, como también lo han hecho, siguiendo esa pésima costumbre en otras dependencias o para gastar en convivios navideños o en regalos reales o ficticios.

Los delitos se cometen por todas partes sin importar su nombre, si no es el asesinato de pilotos y ayudantes; son los comerciantes que se ven asediados por los extorsionistas. Si no son los robos motorizados para exigir carteras o teléfonos celulares; son los secuestradores que exigen el aguinaldo navideño y anticipadamente el bono de Semana Santa. Si no son los ladrones de baterías de los vehículos; son los que literalmente vacían las viviendas de la gente que por necesidad tiene que dejar su casa sola por una hora.

El otro día leí en un matutino que un agente policíaco de alto rango, después de analizar concienzudamente la situación, según aseveró, había determinado que los últimos hechos criminales están vinculados con las sectas Barrio 18 y la Mara Salvatrucha. Luego dije para mis adentros, a buena hora estos señores sacan conclusiones tan obvias, como si no supiéramos todos que en las cárceles del país los reos siguen disfrutando de todo, desde los más sofisticados teléfonos celulares, cuchillos, marihuana, droga o cualquier clase o tipo de armas de fuego.

Sin embargo, a pesar que innumerable cantidad de veces se les ha advertido a nuestras autoridades la urgente necesidad de realizar campañas para prevenir esa infinidad de delitos que se cometen a diario, seguimos los guatemaltecos sin saber para qué sirvió haber aumentado la burocracia designando un Viceministro de Prevención, cuando no vemos por ninguna parte que se atienda esa bendita función que, en cualquier otro país, es mucho más importante que el propio combate a la delincuencia.

Hemos llegado al colmo que el Rector del templo de Santa Catarina de la 5ª calle de la zona uno se ha quejado por estar recibiendo llamadas telefónicas exigiéndole dinero, a cambio que no le pase nada a él o al templo que está bajo su cargo y ¿qué opina el amable lector que las amas de casa se están quejando porque los recolectores de basura han subido sus tarifas por el acecho de las maras para exigirles un bono, siguiendo el estilo del que se recetaron los militares, lo que por la escasez de sus recursos es imposible cubrirlo?

Artículo anteriorFuerzas Armadas del siglo XXI
Artículo siguienteEl patético modelo guatemalteco