Eduardo Blandón

Lo único que debemos temer es el temor. Franklin D. Roosevelt.

El Presidente está nervioso y no es bueno que lo esté por el bien de nosotros, sus desafortunados gobernados.  Eso quedó en evidencia en la reciente entrevista concedida al periodista Jorge Ramos, en la que nuestro político perdió la compostura e incómodo respondió seducido por las emociones.  Pronunció un par de disparates mientras se sentía incómodo y abochornado, contando quizá el tiempo para retirarse del estudio.

Su razón tendrá el solitario gobernante. Algunos especulan sobre el estrés que supone dirigir un país como el nuestro, otros se refieren a las presiones de los malandrines con los que decidió rodearse, pero lo que más parece perturbar la paz del pequeño saltamontes es la amenaza del calabozo que se cierne sobre su pimpollo y su hermano.  Esto sí lo tiene en un estado de malestar general.

El Presidente se sabe impotente frente a protagonistas insacudibles de momento.  Eso lo tiene furioso y lo desvela.  Más aún cuando sus impresentables consejeros le aseguran que el camino no es imposible y lo seducen con estrategias que, aunque le abren el apetito de venganza, sabe que son jugadas peligrosas.   De modo que no lo queda otra que soñar o ficcionar apoyado por etílicos que ingiere según la ocasión para buscar el equilibrio vital que tanto necesita.

Por ello, no sorprende su reacción frente al periodista.  No quiere ni hablar del caso de su hijo, se siente vulnerable, reducido, maniatado y sabe que exuda repugnancia por lo que vive.  Su necesidad de justificar a la familia en problemas lo lleva a extender la maldad a todos, algo así como “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.  En su imaginario, su hermano y su hijo representan la maldad en el que participamos los guatemaltecos a diario, esto es, ellos no son diferentes a nosotros.

Y claro, esto allana el camino para la justificación de las picardías que desde ya se saben de su gobierno.  “Qué querían, así somos los guatemaltecos.  Desafortunadamente el latrocinio es cultural, usted lo puede ver por todas partes. ¿Por qué quienes cogobiernan conmigo tendrían que ser la excepción?” Sus declaraciones son lamentables y solo comprensibles desde su condición de Presidente en estado de quiebra emocional.

Esa condición, reitero, es peligrosa porque lo expone a decisiones extraviadas.  Una de tantas es gastar el erario público para hacer lobby en los Estados Unidos y presionar la salida de quienes juzga molestos.  No solo es incorrecto porque la estrategia lleva las de perder, sino inmoral por el mal uso del dinero del Estado en un gasto inútil.  Jimmy pierde los estribos y escucha debilitado a sus mezquinos consejeros que poco pierden cuando naufrague en su desgobierno.  ¿Habrá alguien que se lo diga y lo llame al orden y la sensatez?  Ojalá así sea.

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