Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ver a varios franceses pegados a la televisión siguiendo los incidentes de la semana pasada en la campaña de Donald Trump y escuchar sus reacciones me confirma en la idea de que en la medida en que crece la candidatura del aspirante republicano, pierde Estados Unidos como posible líder mundial porque percibo que aún la ultraderecha tan fuerte en varios países europeos tiene serias dudas respecto a la capacidad de ese político norteamericano para dirigir con sensatez la política mundial en estos días de tanta convulsión e incertidumbre.

Trump insiste en que él es un gran articulador de acuerdos y que ha sido capaz de trabajar con socialistas, liberales, conservadores y ultraconservadores. Pero no dice que ello ha sido posible porque la corrupción no tiene ideología y él ha sido financista de campaña de la amplia gama de políticos en Estados Unidos donde también se compra a los funcionarios haciendo donaciones de campaña electoral. “Money Talks” se ha dicho siempre entre los norteamericanos y Trump por eso ha hablado y habla mucho, puesto que está acostumbrado a dar instrucciones, a exigir que le faciliten sus negocios desde alcaldes radicales de la derecha norteamericana, hasta muy liberales funcionarios y congresistas que han votado a favor de sus proyectos financieros.

Pero lo que se está viviendo ahora, con ese nivel de confrontación irá en aumento porque el discurso racista de Trump enciende muchas pasiones. No fue casualidad que el Ku Kux Klan le terminara apoyando porque la retórica de sus mensajes alienta a la creencia de una supremacía blanca capaz de resolverlo todo y devolverle a Estados Unidos el papel de gran país que según ellos merece si no se deja dominar por las minorías. El fenómeno de Trump es una respuesta del establishment a la existencia de un gobierno dirigido por el primer negro que llega al poder en Estados Unidos. No es una mayoría, pero sí es una minoría vociferante y por ello llena estadios y se da baños de popularidad porque esa gente, que desprecia a Obama, a todos los negros, a los hispanos y a los musulmanes, sale de su casa y se moviliza para hacer oír su voz.

Imposible que un político que basa en prédicas de odio y de confrontación su mensaje pueda ser líder de un mundo que busca la paz y que tiene que disponer de acciones firmes pero muy inteligentes para evitar la guerra. Firmeza que sea capaz de encender mil conflictos es fácil encontrar, lo que cuesta es hallar el talento, la capacidad de negociación y el equilibrio entre firmeza y tolerancia, para evitar la guerra.

Lo que he notado es que hay enorme preocupación por Trump y en no pocos lados alegría de que a Estados Unidos le esté ocurriendo esa candidatura que es el hazmerreír de la gente inteligente alrededor del mundo, pero que se puede convertir fácilmente en una realidad concreta en la Casa Blanca y allí sí que Dios nos libre de los arrebatos de un hombre que habla antes de pensar ni piensa para nada al hablar.

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