Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

En mayo del presente año, tras las sanciones que impuso Estados Unidos a Consuelo Porras y a su esposo, Alejandro Giammattei expresó: “como se lo “dije” al embajador de esa nación, en alusión a Estados Unidos, que “este país podía ser de este tamaño, pero mientras yo fuera presidente a este país se le respeta. Se le respeta la soberanía”.

Antes, el 11 de mayo, el Presidente de Guatemala se mofó de la Lista Engel para defender a la Fiscal General e hizo referencia que haría la “lista del Zopilote”.

Luego de la última Lista Engel, Giammattei mostró su rechazo argumentando que se “somete a guatemaltecos a juicios de valor”. En aquella publicación agregó que es preocupante la responsabilidad que conlleva realizar acusaciones sin garantizar la legítima defensa por medio de un debido proceso judicial “ya que representa una clara violación al principio universal de todos los seres humanos relacionado con la presunción de inocencia hasta ser citados, oídos y vencidos en juicio”.

Pero tras todo esto que expresó en tres oportunidades distintas, ayer todo cambió. El tono del mensaje del Gobierno fue distinto y no solo marcaron distancia si no que sacaron pecho diciendo que tienen una estrecha relación con Estados Unidos.

“Las sanciones son resultado de un estrecho trabajo y comunicación continua del Gobierno de Guatemala con agencias del Gobierno de EE. UU.”, aseguraron.

Añadieron que “corresponde ahora continuar con el proceso, para lo cual el Minex ha notificado al Ministerio Público (MP) y al Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) ejecutar lo establecido en lo concerniente a las medidas impuestas”.

Pero y ¿no que éramos un país soberano pues? ¿No decían que había un principio universal de todos los seres humanos relacionado con la presunción de inocencia hasta ser citados, oídos y vencidos en juicio? Estados Unidos incluye a la Magnitsky cuando tiene sólidas pruebas, pero no hubo proceso como erróneamente decía el Gobierno local.

¿Por qué ayer alardear la “estrecha relación” con Estados Unidos en medio de sanciones que antes se han criticado?

Algo está pasando que provocó el cambio en el Gobierno, en el tono de Giammattei y hasta en el Ministerio Público (MP), que ayer mismo dijo que la Fiscalía contra el Lavado de Dinero había iniciado una investigación. ¿Por qué antes la sanciones valían gorro y ahora ya no?

Da la impresión que la famosa alfombra que un testigo dijo haber visto su entrega en la casa del mandatario tiene algo que ver con el cambio. Hace algunos días alguien dijo que el Jefe de Jefes estaba pensando si valía la pena encabezar el listado de diputados y si eso fuera cierto, ¿qué está pasando en el Callejón Manchén y en Gerona que las cosas han ido cambiando?

Los grandes problemas del país y los enormes retos que tenemos no se han atendido porque las autoridades andan en sus agendas personales que basan en negocios, impunidad, control y venganzas. Han contado con “aliados” a los que les ofrecieron el oro y el moro, en especial en el tema de justicia y hasta la fecha no les han cumplido aún y cuando la Corte de Constitucionalidad (CC) ya expresó que el delito de financiamiento no se puede juzgar por la modificación que hicieron a la ley.

Yo hoy no tengo la respuesta exacta, pero me da la impresión que Estados Unidos ha visto esto desde muy cerca y al Gobierno eso le preocupa. Sin duda alguna todo esto hace recordar a Juan Orlando Hernández y lo que sucedió al dejar la presidencia.

Por eso es que las elecciones se vuelven un tema crucial para la incipiente democracia de Guatemala y en especial para el futuro de quienes hoy ostentan el poder y el hecho que muchos satélites de los grupos que han apoyado al Gobierno salgan y expresen preocupación, debe ser otro síntoma que nos obliga a ver que hay algo más profundo que quizá no estamos viendo.

Guatemala necesita de compromisos, en especial de los ciudadanos con más incidencia, para rescatarla de las agendas personales e imponer una agenda de país que nos permita construir con los que desean hacer bien y legalmente las cosas.

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