Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

post author

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

El día domingo, cerca de la caseta de peaje de la Autopista Palín Escuintla en dirección hacia la ciudad capital, se suscitó un accidente que hasta la noche del lunes no había cobrado víctimas fatales pero sí tenía a dos personas en condiciones críticas.

Y digo que nos retrata porque mientras muchos de los dueños de los vehículos de carga o transporte de pasajeros pelean porque no haya que contratar un seguro para las unidades, el camión de ayer no tenía seguro y de ajuste el piloto se dio a la fuga.

Luchan porque no haya control alguno pero no hacen mucho para darle mantenimiento a las unidades. Si existiera el seguro, los mantenimientos preventivos de las unidades serían otra historia y las capacidades de los pilotos también. En otras palabras, han luchado para seguir operando a la libre y ahí están las consecuencias.

Siendo una autopista concesionada, no debieron de haber habido tantos carros en la cola porque a estas alturas del partido deberían de ser pocos los que no tienen el “TAG” para pasar de forma rápida con un cobro automático vinculado a una tarjeta de crédito o débito.

Solo el que no quiera apegarse a ese modelo debería de hacer su cola y deberían ser solo dos o tres los carriles para atender a quienes no deseen modernizarse, pero la verdad es que la gente de SIVA (nombre de la autopista que controla Marhnos) es la que no ha querido dar el paso.

Comprar un TAG es un verdadero dolor de cabeza. Hay que hacerlo en una oficina cerca del peaje que se paga yendo a Escuintla y por eso es que es muy poca la gente que ha hecho la tortuosa romería. Solo hay un carril para quienes han hecho la “hombrada” que significa hacer el trámite, porque no hay tanta gente que se haya animado.

Salvo que la gente de Marhnos esté muy cómoda de negociar con la clase política del país, no hay forma de entender la ineficiencia para el cobro del peaje. Una concesión NO PUEDE tener ese problema en el cobro y el accidente pudo tener menos impacto si no hubiera habido esa cantidad de carros en la cola.

Dentro de los vehículos que recibieron el impacto iba uno cargando una enorme cantidad de pólvora y la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo podía circular tan tranquilamente con esas cantidades? Claro está que eso era un peligro para los ocupantes del vehículo y las personas alrededor.

Digo que todo esto nos retrata de cuerpo entero porque ya regresamos a los tiempos en los que el cumplimiento de la ley forma parte del paisaje. Regresamos a los tiempos en el que las presiones colectivas de un grupo que quiere operar sin control tienen sus efectos en una clase política que le hechiza el negocio que se hace con protecciones especiales a ciertos grupos.

Nos retrata porque una empresa privada que se gana una concesión poco se esmera en prestar un servicio de primera en el cobro, quizá porque sabe que lograr la prórroga de la concesión es posible si se cede a los chantajes y se tiene la certeza de que el Ministerio Público (MP) no moverá un dedo si el negocio salpica al Presidente o varios diputados.

Si después de esto no se empiezan a aplicar los reglamentos que obligan los seguros de transporte de carga o de pasajeros, quedará claro que en Guatemala se puede jugar con la vida a cambio de unos cuantos pesos.

Habrá algunos que se dicen de izquierda quienes dirán que es mejor que no se cumpla el reglamento porque eso es “darle negocio” a las aseguradoras, algo así como los que dicen que no apoyan el voto directo para los diputados porque pueden perder el control de sus pequeñas bancadas. Necesitamos adoptar posturas pensando en el país y no en defender terruños.

Hoy los afectados por el accidente no tendrán resarcimiento posible porque el piloto se dio a la fuga, el dueño del camión es poco probable que responda y porque nuestro sistema está diseñado para operar en que es mejor “sobornar” a operadores de justicia que tener que resarcir víctimas y enfrentar las consecuencias de los actos.

Duele que un accidente que, aunque por ahora no cobra vidas, nos retrate tanto pero debemos tomar conciencia que esto es la consecuencia de todo lo que hemos dejado que pase, sin que hagamos mucho como ciudadanos para evitarlo.

Artículo anteriorLa empresa y el comerciante
Artículo siguienteCasi todo el país en amarillo