Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Poco importa la cantidad de pruebas que se estén realizando y que cada día son menos, puesto que oficialmente la información que se da y que marca el ritmo de las regulaciones por la pandemia nos muestra que el 83 por ciento del país se encuentra en color amarillo y si aún estando en rojo era notable el relajamiento de la población, ahora la situación sin duda hará que todos sintamos que hemos vuelto a la normalidad y que no debemos de mantener precauciones extraordinarias porque, por alguna razón misteriosa, en una población que no ha sido suficientemente inmunizada hemos llegado a posicionarnos de manera tal como para reducir al mínimo las alertas y precauciones necesarias, justo antes de que inicie la ronda de convivios y festejos por la Navidad y Año Nuevo y cuando ya ronda una nueva y muy contagiosa variante.

Hoy el doctor Edwin Asturias publicó un mensaje en redes sociales diciendo que es éticamente inconcebible que con apenas 4.3 millones de guatemaltecos vacunados con 2 dosis, nuestro gobierno argumente que no puede vacunar, agregando que desde el pasado mes de octubre la vacunación se mantiene en lo que él califica como media velocidad y que desperdiciar las vacunas sería un legado fatídico en plena pandemia.

Recordemos que Giammattei ya dijo, en una de sus expresiones célebres, que no puede agarrar del pelo a la gente para llevarla a los centros de vacunación, pero obviamente no se ha realizado un serio esfuerzo de información (no de propaganda) para informar a la población de todo el país sobre la necesidad de inyectarse alguna de las vacunas reconocidas por la OMS, entre las que no está por cierto la Sputnik V.

Con el percance ocurrido en México la semana pasada pudimos ver en videos cómo hay muchos guatemaltecos que se siguen comunicando mediante el uso de sus idiomas nativos, lo que tendría que ser tomado en cuenta por las autoridades para garantizar que se puedan difundir los mensajes sobre la vacunación con mayor eficacia y que lleguen a todos los habitantes del país, pero evidentemente eso no ha sido una prioridad de las autoridades que prefieren blasonar de un avance extraordinario en el supuesto control de la epidemia con sus avisos de cómo hemos llegado a tener bajo control al virus en casi todo el territorio nacional.

Creo que es indispensable que se incremente el ritmo de la vacunación y, como dice el doctor Asturias, sería una especie de crimen de lesa humanidad dejar que se pierdan vacunas que en otros lugares están siendo añoradas. Y si se pierden no será sólo por la indiferencia de la gente, que ciertamente la hay, sino por la incapacidad de las autoridades que no atinan a programar eficientemente la comunicación que en estas condiciones tiene que ser creativa pero al mismo tiempo asertiva para convencer aún a los que no han caído en las garras de las teorías de conspiración que tanto proliferan.

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