Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

post author

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

La Corte de Constitucionalidad (CC), liderada por los planes de Roberto Molina Barreto y Leyla Lemus está fijando nuevos criterios que permite trazar de forma muy clara las intenciones. A Alfonso Carrillo le vedan un derecho enmarcado en ley pero al abogado Otto Gómez, quien presentó la inconstitucionalidad contra la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), la CC le pone previo tras previo para que logre dar con lo que tienen de objetivo.

La inconstitucionalidad estaba mal presentada porque no especificó, jurídicamente, qué es lo que viola la Constitución y luego los abogados no firmaron. Entonces la CC cuando estima necesario se va con previo sobre previo y la verdad, mejor que le digan que ellos con gusto se la redactan para que les sirva para los fines propuestos. Para los enemigos, “la ley” mal interpretada y para los amigos, previos para “ver si le atinan”.

En Nicaragua, como en El Salvador, se vive de forma descarada lo que aquí se solapa: usar el poder para satisfacer particulares intenciones de grupos minoritarios que burlan la ley buscando su propio beneficio. Aquí hay gente que no tiene destellos de brillantez pero sí saben ver lo que hacen otros y por eso es que las atrocidades que ocurren en la dictadura Ortega, terminan siendo sueños para algunos que buscan acallar.

Muchos miembros de la comunidad de negocios en el país piden condenan más enérgicas en contra de Ortega y tienen razón, pero esto es difícil porque el tirano nicaragüense se apoya en la debilidad de las instituciones, la impunidad que se alimenta de la corrupción, del amaño de la justicia y resulta que, con o sin intención, esto es lo que apoyan en Guatemala en nombre de una falsa lucha ideológica.

Hablar de la situación de Perú no es fácil. Era decidir entre morir de un paro al corazón o un cáncer pero si esto no pone las barbas en remojo nada lo hará en Guatemala. Siempre he dicho que el no resolver los vicios estructurales de un país es lo que nos lleva a situaciones como las que vivieron los latinoamericanos y el manoseo de las instituciones, desincentiva a la gente a participar e involucrarse.

En muchos casos, no se ve oferta sostenible en las causas de “reivindicación”, pero es lógico que la gente se decante por ellas si las ofertas de quienes han alcanzado el poder no han transformado su estilo de vida ni han impactado decididamente en su desarrollo humano.

El presidente Alejandro Giammattei sigue sin asumir las responsabilidades de la decisión de poner todos los recursos en la canasta de los rusos por el tema de la vacunación. Mientras no existan vacunas suficientes para todos, la gente no podrá vivir con mayor noción de “normalidad” y al país le constará alcanzar los planes que propone la misma administración.

No hay coherencia alguna y por mucho que digan que conseguir vacunas es difícil, más lo es cuando no le atinan y la arrogancia no les permite ver que vamos en un camino terrible porque no consiguen vacunas.

El mandatario debe establecer como prioridad número uno el resolver el desastre de la vacunación y si es necesario, que saque el carácter que tiene con quienes lo cuestionan para ir a “acordar” con los rusos la manera en la que se dará por terminado el contrato y las consecuencias de la no entrega.

No hay plan económico que se sostenga sin la cantidad suficiente de vacunas para aplicar a la gente y de nada servirá algún día tener vacunas, si con las acciones erosionan la confianza de la gente. Por eso urge resolver y encontrar manera de brindar confianza y certeza a la población.

Vemos la realidad que nos pasa en diversos frentes y debemos atinar a enfrentarla para proponer, actuar y resolverla.

Artículo anterior¿Giammattei representa la unidad nacional?
Artículo siguienteEl fiasco de la llamada era democrática